Se acerca el momento del parto y los miedos se acrecientan. Para las mamás primerizas, lo desconocido es uno de los factores que alimenta este miedo, sumado a las historias de parto que han escuchado de madres, abuelas, amigas o conocidas, relacionadas más que nada con el dolor y el sufrimiento.
El miedo a perder el control en ese momento, a no reconocer los síntomas de parto y a no saber cuándo llamar al médico son otras de las razones que atormentan a algunas embarazadas, y las fantasías con respecto a la salud del bebé, si nacerá bien, si se complicará algo antes de su llegada, etc. son temores que no hacen más que minar un momento tan especial como lo es el nacimiento.
¿Por qué si es algo natural, que las mujeres experimentan desde los comienzos de la humanidad, es vivido por muchas con tanta angustia y estrés?
Aunque parir sea algo completamente natural, inherente a los humanos, a los mamíferos, es vivido como un misterio que la falta de información, el desconocimiento y los años y años de historias de partos que parecen sacados de una película de terror convierten en miedo.
Las historias negativas hacen más efecto que aquellas historias de partos que han transcurrido y terminado bien (que son la mayoría), porque en la mente suele impactar más profundo una historia trágica que una feliz y porque en esta sociedad el miedo al dolor y al sufrimiento es algo que está muy arraigado culturalmente. Todos estos sentimientos conviven con el deseo de que llegue el momento de tener al bebé en brazos, de poder verlo, de saber quién es, cómo es y cómo será una como madre, algo que también encierra mucho misterio.
Por eso, tanto durante el embarazo como el puerperio, contar con información y con un espacio de contención y cariño brindado por la pareja, los familiares y/o por profesionales de la salud vinculados a la maternidad, es tan importante para la futura mamá. Si una llega al momento de dar a luz bien preparada, vivirá este gran paso a la maternidad con más alegrías que miedos, más fuerte y entera y con más poder sobre su cuerpo que si se prepara desde el temor, la angustia y el no saber.
El temor genera mucha ansiedad y esta ansiedad “negativa”, que algunas mamás experimentan sobre todo hacia final del embarazo, puede influir negativamente en el parto. Porque estando con miedo, el dolor se percibe más intenso de lo que es en realidad y esto puedo repercutir en la duración del parto, resultando en más miedo y más tensión, por más tiempo.
Parir significa abrirse, dar a luz, y cuando el miedo y el temor ganan, la reacción natural del cuerpo es hacer todo lo contrario: tensarse y no permitir que el trabajo de parto se desarrolle normalmente. Este exceso de tensión hace que la situación se viva de manera traumática y añade aun más dolor a cada contracción. Si, en cambio, el trabajo de parto y el nacimiento son transitados como algo natural y saludable, con la seguridad de que el cuerpo está preparado para llevarlos adelante, y que cada contracción, por más dolorosa que sea, ayuda al bebé a abrirse paso, las cosas se irán desarrollando de manera armónica y equilibrada. No hay que olvidar que dolor no es sinónimo de sufrimiento.
Cómo superar el miedo al parto
Si bien es normal que a medida que el parto se acerca el temor se haga más fuerte, es fundamental charlarlo con el obstetra y la partera, sacarse todas las dudas y no sentir vergüenza de preguntar nada, porque saber es la clave para tomar las riendas del propio parto, vivirlo con confianza y con la certeza de que es posible transitarlo sin que se convierta en un hecho traumático.
Hablar de cómo será ese momento, del paso a paso desde que comienza el trabajo de parto hasta el nacimiento, las prácticas que realiza el médico, armar juntos un plan de parto, informarse sobre cuándo llamar a la partera en caso de comenzar con contracciones, qué sucede al llegar al sanatorio, cómo serán los monitoreos, si se utilizará anestesia o no, en qué casos es necesaria una episiotomía, cómo es la recuperación después de un parto vaginal o de una cesárea, etc. ayudará a ahuyentar los fantasmas.
En estos casos, las clases o cursos de pre-parto o de preparación son ideales, porque en ellos no solo se puede aprender a reconocer las etapas del parto, a respirar y a relajarse, sino que además sirven para comprender e internalizar que el parto es un proceso fisiológico natural, que lleva su tiempo, que no es inmediato. Toda esta información permitirá cambiar poco a poco los patrones que afianzan el miedo y la ansiedad por otros que tienen que ver con la seguridad, el conocimiento y la confianza.
Además, hablar con otras embarazadas, sentir que una no es la única que tiene estos miedos, buscar referencias y conocer el centro de salud donde será el parto, hablar con el médico sobre el lugar elegido, etc. también es parte de quitarse de encima todas las dudas que generan ansiedad.
Para esto, son muy útiles los grupos de apoyo o talleres para embarazadas, los foros y demás espacios donde otras mamás cuentan sus vivencias y donde se pueden intercambiar experiencias. Porque, a veces, aunque nadie tenga una respuesta certera de cómo se desarrollará el parto, hablar, expresar los miedos, ayuda mucho a superarlos.
Otra opción es contar con el apoyo de una doula, una mujer que acompaña a las embarazadas que están a punto de parir, ofreciéndoles todo su conocimiento, consejos y contención emocional, tanto en el parto como en el puerperio.
Por supuesto que en el embarazo y el posparto la contención que se reciba de la pareja y la familia es clave, y ayuda mucho a transitar estas etapas con todas las herramientas emocionales posibles.
Cuando este miedo a lo desconocido se vuelve persistente e inexplicable y provoca ansiedad por demás, generando crisis nerviosas, ya se habla de otro problema. A este miedo patológico, lo profesionales lo denominan Tocofobia, primaria cuando lo padecen mujeres primerizas y secundaria cuando afecta a mujeres que ya han tenido hijos, y que, por lo general, padecieron una experiencia previa traumática en relación al embarazo o al parto en sí mismo.
Hay mujeres que, víctimas de este miedo irracional, pueden llegar a preferir una intervención médica, como una cesárea, con tal de no atravesar un parto vaginal, porque lo consideran doloroso y peligroso. Este miedo también puede afectar la conexión emocional de la futura madre con el bebe, favoreciendo la aparición de una depresión post parto.
En estos casos, es fundamental buscar la ayuda de un especialista. Porque con un tratamiento psicológico adecuado, con la compresión de la pareja y el apoyo de la familia, es posible superar el miedo irracional al embarazo y al parto que hace que un momento tan único, especial y maravilloso en la vida se vuelva una situación de extremo temor y ansiedad.