Luego del nacimiento del bebé y con la llegada a casa después del sanatorio, nos encontramos frente a un sinfín de miedos, incertidumbres y el cansancio de los días. Entre pañales, la hora de la de teta o mamadera, el no dormir de corrido, reflujo y demás…ahí estamos.
Luego del parto, ya sea vía vaginal o cesárea, comienza ese período del puerperio del que seguramente durante nuestro embarazo, hemos leído y recorrido un mar de incesantes teorías pero una vez que llegamos a este momento…no a todas nos pasa lo mismo y a veces lo que hemos leído incansables veces, sentimos que se va todo por la borda porque en la práctica, todo supera a la ficción.
Revistas y notas que nos bombardean con modelos o celebridades recién parturientas que están divinas, con un cuerpo de ensueño y envidiable, pero ¿qué pasa cuando nos miramos nosotras mismas al espejo y recorremos con nuestra mirada lo que ha dejado aquel embarazo?
En primer lugar, nos encontramos con nuestra propia mirada crítica que no hace más que recorrer cada milímetro de nuestro cuerpo encontrando mil y un defectos. “No me reconozco”, “No me gusto”, “No me entra la ropa de antes” y muchísimas otras frases. Después del parto, nuestro cuerpo debe volver a acomodarse y encontrar su lugar. Los órganos de la mujer deben recuperarse luego de haberse preparado durante el embarazo que le dio lugar y vida a un nuevo ser. Aproximadamente, este proceso tarda unas 6 u 8 semanas, la famosa “cuarentena”.
Desde el punto de vista emocional y psicológico, el período del puerperio, es muchísimo mayor. Algunos autores de la psicología perinatal, afirman que puede llegar a extenderse hasta los 2 años del niño. Es una etapa en la que se pueden llegar a experimentar cierta inestabilidad emocional o ambivalencia en los sentimientos, el cansancio físico que puede llegar a traducirse en irascibilidad, angustia, miedos, se viven crisis de pareja, entre otros. Existen ciertas demandas sociales, familiares y de pareja, que no hacen más que acentuar los malestares que estamos atravesando. Las madres estamos siempre en foco de críticas y de ser juzgadas ya que es mucho lo que se espera de una madre.
El estar acompañadas se traduce en una pieza fundamental para atravesar este momento, pero también deconstruir este momento y que dejen de contarnos la maternidad como un cuento romántico e idílico, también es fundamental. No porque la maternidad no tenga hermosos momentos únicos, si no porque si solo nos quedamos con la maternidad “rosa”, todo lo que se vive detrás de escena, lo que sentimos, lo que realmente vivenciamos, y esa montaña rusa en la que estamos sumergidas, no solo se vuelve monocromática y en la maternidad hay mil colores, si no que lleva a que muchas cosas las vivamos con mucho sentimiento de culpa y fragilidad.