Cuando tomamos la decisión de tener un hijo, y salvo que tengamos algún tipo de problema de salud, automáticamente creemos que quedaremos embarazadas en uno o dos meses. Sin embargo, lo primero que debemos saber es que quizás nos tome más tiempo. Desde que tomás la decisión de quedar embarazada, hay que darse por lo menos desde 8 a 12 meses de tiempo antes de empezar a preocuparse por una posible infertilidad.
Lo más importante es no presionarse, no empezar a agobiarse con la idea de si somos estériles, ya que eso es totalmente contraproducente. Para concebir un hijo, hay que mantener relaciones sexuales sin anticonceptivo durante el periodo fértil del ciclo, es decir, durante la ovulación. Más concretamente, entre los 4 días previos a la ovulación y las 24 horas después.
Existen diversas formas de saber cuándo estás ovulando:
- Revisando el calendario menstrual: La ovulación se suele dar el día 14 en un ciclo de 28 días.
- Escuchando a nuestro cuerpo: Puedes sentir molestias, hinchazones en senos y vientre, tendrás más flujo o incluso sufrirás alguna pequeña pérdida de sangre.
- Vigilando la temperatura: Durante la ovulación, tu temperatura puede aumentar hasta medio grado.
- Controlando el cérvix: Durante la ovulación, el cérvix cambia ligeramente, es más suave y alta.
También se puede comprar un test de de ovulación en cualquier farmacia. Son fáciles de utilizar, informan sobre la fecha de ovulación, aunque los ciclos sean irregulares. Estos test puede avisar de que vas a ovular con 24 horas de antelación, gracias al análisis de concentración de hormonas en la orina. Tienen una certeza del 96 %.
¿Cuáles son los factores que afectan la esterilidad?
La edad
Aunque, como ya sabemos, cada mujer es un mundo, se estima que la edad óptima para tener hijos está comprendida entre los 22 y los 32 años. La fertilidad alcanza su punto máximo hacia los 25 años y a partir de ahí, desciende progresivamente, bajando con mayor intensidad a partir de los 38. El 95% de las mujeres de 35 años logrará quedar embarazada tras 3 años de tener relaciones sexuales de forma regular y sin protección. A los 37 años, este porcentaje baja hasta un 75%.
El peso
Tanto el sobrepeso como un peso por debajo de lo aconsejable, pueden afectar negativamente a la fertilidad. También otros trastornos relacionados con el peso, como la anorexia o variaciones constantes de peso (efecto « yo-yo ») pueden provocar trastornos en la ovulación. Estar muy por debajo del peso normal, puede hacer que la mujer sufra ciclos menstruales irregulares o incluso que deja de ovular. Cuando una mujer sufre sobrepeso, puede padecer también el llamado Síndrome de Ovario Poliquístico (SOPQ), una causa común de infertilidad femenina. Aunque no se conocen con exactitud las causas directas, este síndrome se asocia con largos intervalos entre los periodos menstruales y el exceso de ciertas hormonas que inhiben la ovulación.
Estilo de vida
El consumo de tabaco o alcohol puede originar una ovulación de “mala” calidad. Estos malos hábitos también afectan a la calidad de los espermatozoides. Por lo tanto, ambas partes deben llevar una vida saludable.
El estrés
Una vida con un alto nivel de estrés nos puede causar muchos problemas, incluyendo también problemas de fertilidad. El estrés puede hasta impedir la ovulación.