No son pocas las mujeres que trabajan y que, una vez que incursionan en la maternidad, suelen preguntarse : “¿Se puede ser buena profesional y buena madre?”
Es bien sabida que las mujeres ocupan un lugar clave en la dinámica empresarial. No todas consiguen llegar a cargos directivos ni tampoco todas los desean. Pero sí es claro que contribuyen a formar equipos de trabajo más heterogéneos y diversos. Aquellas que se convierten en madres, suelen replantearse su lugar en el mundo profesional del trabajo. Sienten que no van a poder desempeñar bien ambos roles. Muchas, en la primera etapa de vida de sus hijos, eligen una mayor dedicación a ellos. Y una vez que ellos crecen, ahí deciden volver nuevamente al desarrollo profesional luego de ser madre. El problema es que, muchas veces, el regreso no es tan sencillo… sobre todo cuando se permanece muchos años fuera del circuito laboral. Reinsertarse puede ser complicado para algunas profesiones, sobre todo si se busca un trabajo en relación de dependencia.
Es muy importante cuando las mujeres cuentan con el apoyo de sus parejas. Muchas suelen inclinarse por trabajos que se encuentren fuera del mundo corporativo. Que sean part-time, o que les permita ganar mayor flexibilidad horaria. Otras, por necesidad, vocación o motivación personal toman el reto de combinar su carrera profesional con su rol de madres. Poder lograr un equilibrio entre el trabajo y la maternidad es una constante preocupación de muchas mujeres. Mantener ese equilibrio es importante porque el amor y la realización personal que trae el trabajo son pilares fundamentales para la salud mental del ser humano.
Poder apoyarse en la pareja, en la empresa, en la familia y, en definitiva, en la ayuda extra es fundamental para que las madres encuentren bienestar y satisfacción. No pretender ser las mejores mamás, organizadoras de la casa, profesionales o esposas es una buena fórmula para equilibrar todas las variables. No existe una respuesta que sea la correcta. Todas son distintas, ni mejores ni peores. La clave está en el autoconocimiento y la capacidad de poder conectarse con el propio deseo y, ser bien consciente que toda decisión conlleva una renuncia. Muchas no podrán buscar a sus hijos todos los días en el colegio, y tal vez ni lo deseen, pero sí sentirán que están presentes al 100% al volver a casa. Otras no podrán ser directoras ni llevar una gran retribución a la casa, pero sí podrán tener un trabajo que les permita pasar más tiempo con los chicos.
Muchas empresas están colaborando para hacer la vida más fácil a las mamás que apuestan al mundo corporativo. Incorporan buenas prácticas para alcanzar una mejor conciliación entre la vida laboral y familiar de sus empleados. Las guarderías, las políticas de home office, las licencias extendidas, hacen que muchas de ellas transiten los primeros años de vida de los hijos con más tranquilidad. Las organizaciones que adoptaron estas políticas confirman que el resultado se traduce en empleados más motivados, comprometidos y con un alto rendimiento. Es un camino que empieza a vislumbrarse como posible para las empresas. Esa política corporativa siembra el valor del cuidado de las personas como el principal capital de las mismas.