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¿Qué sucede cuando la depresión afecta a la relación madre e hijo?

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Sólo una mamá y su propio hijo conocen los lazos que los unen. Son poderosos, fuertes, e inquebrantables, si ambos están realmente decididos y el amor es sincero. Sin embargo, hay muchos factores externos e internos que pueden afectar a esta unión tan potente.

Edward Chapin decía : “Ningún idioma puede expresar el poder, belleza y heroísmo del amor de una madre”.

¿Qué sucede cuando la depresión afecta a la relación madre – hijo?

La depresión es una de las enfermedades más frecuentes y jorobadas de estos tiempos. La incomprensión y la soledad son 2 realidades que desgraciadamente popularizan esta afección. Y este problema en una madre se extrapola a todo su entorno, especialmente a los hijos, que lo pueden sufrir con más intensidad que si fuera propio.

La influencia que los padres ejercen sobre sus niños es determinante en su desarrollo. El estado de ánimo de una madre posee una fuerza enorme que será de una importancia capital en los primeros días del niño. Después del nacimiento, es normal encontrar  a mamás desbordadas y con miedos. De hecho, puede llegar a transformarse en una regresión psíquica que afecte directamente al bebé. Es el momento de reponerse y sobreponerse a la situación, pero no todas lo logran. Si la depresión se alarga en el tiempo, el ambiente afectará a la relación madre e hijo y directamente al desarrollo del pequeño. El hijo sufrirá y tratará de complacer las exigencias de su mamá, por encima de reclamar o preocuparse de que se cumplan las suyas.

Una madre deprimida o depresiva, desconecta su impulso vital y priva a su chiquito de la afectividad que éste necesita. De ahí que la conducta del chico pueda verse alterada. Los efectos pueden ser variados. Si un niño no recibe seguridad y cariño por parte de sus figuras de referencia, el chico se creará un “yo” falso que le llevará a cumplir los deseos de los demás y a satisfacer a otros en lugar de a su verdadero “yo”. Todo este proceso puede acabar con niños con verdaderas incapacidades para relacionarse con sus iguales y su entorno. Se saben de casos de bebés que incluso dejan de sonreír de forma natural. Simplemente mantienen el gesto por complacer.

La depresión es una enfermedad compleja que tiene una solución muy compleja, complicada y difícil. A pesar de ello, una mamá afectada por esta afección necesita grandes dosis de fuerza de voluntad, perseverancia y ánimo para salir de ella. El cariño por el niño será uno de los elementos que puede ayudarla a salir. También es importante saber que no somos dioses. Pese a ser padres, no sabemos todo. Además, tampoco nuestros niños, pese a tener las cuestiones materiales resueltas, están exentos de conflictos.

La realidad es que hay que darle a la depresión el lugar que se merece : una verdadera importancia. Minimizarla o intentar aparentar que nada malo ocurre es un error que solo puede agravar la situación. Es importante confiar, escuchar y comprender.

La ayuda psicológica o psiquiátrica es indispensable. Un buen profesional ayuda a despejar la situación. Evitará que se haga resistente y aliviará el sufrimiento tanto del paciente como de sus propios seres queridos, especialmente de los niños. Cuidar su bienestar emocional y físico, tratarse con delicadeza y con respeto es el mejor legado que una mujer puede otorgar a sus hijos.