Mientras transcurre el período de lactancia, en los bebés existen ciertas épocas o momentos en los que se puede producir una “crisis” o desajuste entre la oferta y la demanda de leche. Es muy común que las mamás se llenen de dudas y estén algo desorientadas pero esta situación tiene que ver con el crecimiento del bebito.Que el bebé llore y se ponga inquieto o molesto mientras toma el pecho cuando hasta hace unos días no lo hacía, que demande cada vez más seguido que antes pero tome menos tiempo, y que la mamá crea que no está teniendo leche suficiente para satisfacerlo, suele ser una situación que a muchas les toca atravesar. Se trata del denominado “brote de crecimiento”.
Lo que sucede es que el bebé está creciendo y necesita generar una producción y calidad de leche diferente en la mamá. Esto no significa que la que venía produciendo no era “buena”, sino que, al ir creciendo, necesita una leche que posea los componentes adecuados para la edad que está transitando. Como todos los bebés las experimentan en edades parecidas, es posible identificarlas y estar preparadas. Los “brotes” o “crisis” suelen aparecer a las 3 semanas, al mes y medio y a los 3 o 4 meses. Igualmente, estos tiempos no son exactos y pueden variar en función de cada bebé y cada mamá.
A las 3 semanas
Hay mamás que se encuentran con que, de un día para el otro, su bebé aumenta la demanda, no pasan 2 horas sin que quiera tomar de nuevo, le cuesta más dormir que antes y solo se calma prendido al pecho. Todo esto lleva a que muchas piensen que no tienen suficiente leche y que su bebé está pasando hambre, sobre todo si los pechos están más blandos y pareciera que no producen como antes. Entonces, deciden incorporar leche de fórmula o abandonar la lactancia definitivamente. Sin embargo, aunque sea agotador, es importante continuar con la lactancia exclusiva porque esto se debe a que el bebé está pasando por una de las “crisis” y necesita aumentar la cantidad de leche que produce la madre. Como la producción tiene directa relación con la demanda, la única manera que tiene el bebé de aumentar esa producción es prenderse más seguido al pecho. Esta situación suele extenderse durante 3 o 4 días, aproximadamente. Una vez pasado este tiempo, y si la mamá respondió a la frecuencia demandada por su bebé, el cuerpo registra la cantidad y calidad que el bebé necesita y la lactancia vuelve a los parámetros anteriores.
Al mes y medio el bebé experimenta otro “brote”. Este suele venir acompañado de una actitud distinta: el bebé se pone inquieto cuando está al pecho, lo suelta y vuelve a prenderse, llora, se pone tenso, arquea la espalda y/o tensa las piernas (aún prendido al pecho) como si no le gustara lo que está pasando.Como en la crisis anterior, todo vuelve a la normalidad pasados unos días (en este caso, alrededor de una semana) y la lactancia recupera sus patrones habituales.
En el caso de la crisis de los 3 meses, hay otras características que se agregan: el bebé ya no demanda tanto, cuando toma, lo hace durante escasos minutos y se distrae fácilmente, además, llora al poco tiempo de haber empezado a tomar, aumenta menos de peso (lo cual es esperable), se succiona los dedos o las manos (señal que puede ser interpretada como hambre), y hasta hace menos deposiciones que antes. Si encima la madre nota sus pechos más blandos, puede que crea que el bebé necesita un suplemento porque ya no le alcanza con lo que produce y así comienza la lactancia mixta, que muchas veces termina en el abandono de la lactancia materna. Sin embargo, esta crisis, así como las anteriores, es completamente superable si se la entiende como tal. A esta edad, el cerebro se está desarrollando rápidamente y sus sentidos se agudizan. Ahora el bebé no solo ve mucho más sino que percibe los sonidos mucho mejor y todo esto le abre las puertas a un nuevo mundo por conocer. Por eso, mientras toma el pecho se distrae fácilmente ante distintos estímulos, como la voz de su madre o de su padre. Además, las glándulas mamarias ahora están preparadas para producir leche cuando el bebé lo necesite, en unos minutos de succión se desencadena el reflejo de eyección. Esta demora puede impacientarlo porque antes no ocurría y ahora debe aprender a esperar su alimento. Por otro lado, es normal que a esta altura la mamá ya no sienta la presión de la bajada de la leche, sus pechos no goteen y no estén hinchados. Nada de esto significa que no produzcan más leche, al contrario, la leche se produce por efecto de la demanda del bebé.
Para superar estas etapas de brotes de crecimiento, además de tener mucha paciencia, hay que confiar en que el cuerpo es inteligente y que ante la demanda del bebé, producirá lo que él necesita. Entonces, hay que ponerlo al pecho cada vez que lo pida porque es la única manera de aumentar la producción. Si se muestra reacio a tomar el pecho o a seguir tomando por más tiempo y llora mucho, no hay que forzarlo e insistirle por demás porque esto puede provocar un rechazo real y generar un problema donde antes no lo había. En el caso de que el problema sea que se distrae mucho con los estímulos externos, tratar de buscar un lugar tranquilo, con luz tenue y silencioso para que la toma sea más relajada y sin tantas interrupciones. No conviene esperar a que llore para ponerlo al pecho porque a esa altura puede estar muy inquieto y esto le hará más difícil prenderse bien.