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¿Qué puedo hacer si no tengo hambre en el embarazo?

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Desde el punto de vista “estético”, el incremento de peso durante el embarazo es uno de los temas que suelen preocupar a una gran cantidad de mujeres. Sin embargo, la falta de apetito también sucede y es más común de lo que creemos. Factores hormonales, físicos y emocionales pueden provocarlo, pero existen formas de sobrellevarlo para así garantizar que estemos bien alimentadas y que podamos consumir lo que nuestro organismo y el bebé por nacer necesitan. Simples acciones pueden ayudar a combatir la falta de apetito y consumir lo requerido.

Durante esas 40 semanas experimentamos diferentes síntomas y sensaciones. No solo sentimos el hipo o los movimientos del bebé dentro del vientre. También, las hormonas y los cambios corporales hacen de las suyas, generando cambios en nuestras costumbres alimenticias. Cada mujer es diferente y por eso cada embarazo es distinto. Puede que seas de las sienten antojos y comer combinaciones extrañas o puede que no percibas cambios.

Las razones de la inapetencia durante esta etapa de la maternidad pueden ser muy variadas. Estamos experimentando distintos cambios físicos, químicos y emocionales a lo largo de nueve meses. Los grandes cambios hormonales que atravesamos nos vuelven más sensibles. Si a eso le sumamos la ansiedad y el estrés que experimentamos por la espera de tener a nuestro pequeño en brazos, las embarazadas podemos padecer un carrousel de sentimientos.  Este cuadro emocional puede ser una razón psicológica de la inapetencia. Los cambios de humor que trae consigo el embarazo nos pueden alejar incluso de nuestros platos favoritos de siempre.

La llamada hormona del embarazo, la gonadotropina coriónica humana (HCG), solo está presente en nuestra sangre durante la gestación y es la responsable de provocar las náuseas y vómitos. Estos malestares es probable que sean las causas principales de la falta de apetito en el embarazo, sobre todo durante el primer trimestre. La HCG además estimula la producción de otras hormonas, estrógenos y progesterona. Esta última también puede contribuir con la pérdida del deseo de comer, pues retarda el proceso de digestión.

Al prepararse el cuerpo para la gestación en el vientre, hay una relajación en los músculos estomacalas. Esto es otra causa probable de la falta de hambre. El malestar general y el cansancio generalizado también pueden incidir. Además, entre el segundo y tercer semestre hay una ralentización del sistema digestivo. La presión que ocasiona el crecimiento del útero y el tamaño del feto en la parte inferior del intestino hacen más lenta la digestión, lo que puede afectar a tus ganas de comer. También, se puede disminuir el deseo de ingerir alimentos debido al estreñimiento o los gases que algunas padecen y generan malestar gástrico, así como digestiones pesadas. Igualmente, la acidez estomacal puede convertirnos en inapetentes. Si a estas cuestiones le sumamos que nuestro embarazo coincida con temporadas de altas temperaturas como el verano, es bastante probable que no nos den ganas de probar ni un bocado.

Igualmente, podemos ser propensas a padecer con más intensidad las afecciones típicas de los cambios de estación como la astenia primaveral. Ese “bajón” que sentimos ante los cambios que trae la primavera puede generar síntomas como la fatiga.

¿Qué puedo hacer si no tengo hambre en el embarazo?

  • Lo primero que debemos hacer es informar al médico lo que no está sucediendo. De esta forma, él podrá descartar otras causas de mayor importancia. Verificará con simples y sencillas pruebas médicas sencillas que tanto nosotras como nuetsro bebé estemos consumiendo las vitaminas y minerales necesarios para una buena salud. Además, un médico es quien podría determinar si es necesario complementar tu alimentación con algunos suplementos específicos. En esta etapa debemos estar más alertas con lo que consumimos, la orientación de un especialista es la mejor guía.

  • Comer porciones pequeñas varias veces al día es lo ideal. Lo recomendable es ingerir algo ligero cada dos horas y media o tres horas. De esta manera, ayudamos también a activar la digestión y el metabolismo y, evitaremos la tan indeseada acidez. Si sufrimos de nauseas por las mañanas, una recomendación muyútil es la de tener a mano, cerca de la cama algo de pan o galletitas saladas para ingerir solamente un bocado apenas nos despertamos.
  • Es importante elegir los alimentos que mejor tolere nuestro sistema digestivo y los que sean más saludables para nosotros y para el bebé. Debemos aprender a identificar los alimentos que nos generen malestar y eliminarlos de nuestra dieta. Por el contrario, hay que detectar aquellos que más nos gustan y que, al ingerir no nos causan repulsión o pesadez. Siempre conviene que sean alimentos naturales o poco procesados. Obviar las comidas pesadas, saladas, con muchas salsas, grasas saturadas y frituras. Las decisiones que tomemos con respecto a la alimentación en los primeros meses son fundamentales para superar malestares propios del embarazo.
  • Por otra parte, nuestra dieta tiene que contener frutas y verduras. Son las que más nutrientes aportan, las que generan menos malestar y aportan más líquidos para satisfacer los requerimientos del organismo. Existe tal variedad de legumbres y vegetales que no hay excusas para enriquecer nuestro menú con diferentes opciones. Además, las frutas son siempre la mejor opción para las meriendas. Las podemos llevar a todas partes, nos refrescan y, al ser una fuente rica en fibra contribuyen a una mejor digestión. Es aconsejable porponerse el ingerir algo cada tres horas, aunque no tengamos apetito.
  • Será de ayuda el planear un menú  de manera semanal o por lo menos diariamente, desde la noche anterior. Al levantarnos ya sabremos que comeremos en el transcurso del día. Hay que tomar un buen desayuno, comer menos en el almuerzo y cenar temprano a la noche. Preparar con tiempo comidas que podamos tener refrigeradas. Evitar hacer cocciones muy elaboradas o que lleven mucho tiempo, porque es seguro que después no querramos ni siquiera olerlas. Varíar el menú, buscar maneras distintas de preparar los alimentos para que tampoco lleguemos a aburrirnos.

  • Preferir siempre el agua, las infusiones y los jugos naturales bajos en azúcar.
  • Evitar el sedentarismo. Realizar ejercicio físico, aunque sea moderado, aportará muchos beneficios a la hora de comer. Caminar, practicar yoga o hacer algo de ejercicio de bajo impacto, ayudará al aparato digestivo a trabajar mejor. Además, las posturas correctas al sentarte y al comer también ayudan al proceso de digestión. El ejercicio generalmente despierta las ganas de comer, lo que necesitas para enfrentar la falta de apetito en el embarazo.
  • Respetar y valorar los momentos y días de descanso. Al acostarse, es preferible estar medio sentada, no totalmente reclinada, para evitar el reflujo y la sensación de ardor en el estómago.
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