Los microorganismos infectan por igual a las personas, independiente de su edad o sexo. Son nuestras condiciones físicas las que marcan la diferencia en el proceso infeccioso. De nuestro estado de salud dependerá el cómo nos afecte la infección y las repercusiones que esta pueda tener. La listeriosis es una enfermedad provocada por una bacteria llamada Listeria monocytogenes. Se contrae al consumir alimentos en cuyo procesamiento se han infectado por dicha bacteria, aunque también puede hallarse en el agua o en la tierra.
La leche no pasteurizada o los alimentos mal procesados son algunos de los productos crudos en los que puede localizarse el foco de una posible infección. Los primeros síntomas pueden confundirse con una intoxicación alimentaria causada por otros microorganismos como la salmonela, ya que concurren:
Aunque la enfermedad se combate fácilmente con antibióticos, existen posibles complicaciones en los siguientes grupos de riesgo: personas mayores o con el sistema inmune debilitado, embarazadas y nonatos.
Como en todo proceso infeccioso, el no diagnosticar a tiempo el avance del microbio puede ocasionar que este invada otros órganos fuera de los intestinos. El parásito podría atravesar tanto la barrera hematoencefálica y provocar una meningitis como, también, la barrera placentaria. En el caso de las mujeres embarazadas, la infección puede llegar hasta el bebé y ocasionar desde un aborto espontáne o un parto prematuro a infecciones en el recién nacido donde las secuelas pueden ser irreversibles e, incluso, mortales.
Por regla general, las mujeres gestantes solo presentan síntomas de fiebre, cansancio y dolores musculares, aparte de los relacionados con el proceso gastrointestinal. Los síntomas pueden aparecer inmediatamente tras el consumo de un alimento contaminado o hasta 70 días después de su ingesta. Sin embargo, lo normal es que la listeriosis invasiva tenga un periodo de incubación de 1 a 4 semanas previo al desarrollo de la enfermedad. Si el embarazo se encuentra en el tercer trimestre de gestación, con frecuencia la listeriosis no afectará al embarazo; suele ser asintomático o asemejarse a un proceso gripal, siempre y cuando sea tratada. En otro momento del embarazo, y una vez atravesada la barrera materno-fetal, se producirá una infección intrauterina debido a la sepsis. Del mismo modo, puede contagiarse al neonato durante el parto. En estos casos, la listeriosis severa puede ocasionar meningitis, encefalitis o dolores de cabeza si el sistema nervioso central se hubiera visto afectado. Una temprana detección y el suministro de antibióticos a tiempo deberían evitar tales complicaciones.
Conocer en detalle las causas de la listeriosis neonatalrepresenta un elemento esencial para la prevención, así como para el diagnóstico temprano, que puede incidir favorablemente en su pronóstico. La infección dentro del útero por Listeria monocytogenes causante de la listeriosis neonatal puede provocar diseminación fetal con formación de granulomas que pueden aparecer en diferentes sitios como, por ejemplo, la piel, el hígado, las glándulas suprarrenales, el tejido linfático, los pulmones o el cerebro. Paralelamente, la aspiración o deglución de líquido amniótico o secreciones del aparato genital femenino puede provocar infección pulmonar dentro del útero o bien perinatal, que se manifiesta en los primeros días de vida por dificultad respiratoria, shock y evolución fulminante.
Los recién nacidos con enfermedad de inicio temprano suelen ser de bajo peso, tienen complicaciones obstétricas asociadas y muestran signos de sepsis o infección generalizada poco después del nacimiento, con insuficiencia circulatoria o respiratoria, o ambas. Los recién nacidos con la forma de inicio tardía son recién nacidos generalmente de término, previamente sanos, que presentan luego inflamación de las meninges o sepsis, o infección generalizada.
El tratamiento del recién nacido consiste en antibióticos y, en líneas generales, responde en forma satisfactoria a través de un curso de medicación de 14 días (21 días para meningitis), pero se desconoce la duración óptima. Los recién nacidos sépticos, es decir, con infección generalizada, requieren de otras medidas. En las infecciones severas o graves puede considerarse la realización de drenajes y otras intervenciones.
Al encontrarse la bacteria tanto en agua como en suelos contaminados, se recomienda lavar correctamente las verduras o productos obtenidos del campo antes de su consumo. La manipulación adecuada de alimentos, en particular, la separación de las carnes crudas de otros elementos durante la preparación, y el lavado de las manos, los utensilios y las tablas de cortar después de manipular alimentos crudos son de capital importancia. También, generar consciencia en las mujeres gestantes para que cocinen bien la carne y que así puedan evitar posibles infecciones y que el embarazo no se vea comprometido. Asimismo, debe evitarse el consumo de alimentos elaborados con leche no pasteurizada, como quesos o yogures de leche fresca, quesos blandos y fiambres y ensaladas preparadas, pastas de carne o mariscos ahumados refrigerados, ya que dichos derivados pueden portar la bacteria al no ser sometidos a altas temperaturas para eliminar los microbios. Por último, en caso de cualquier sospecha o duda, acudr de inmediato al médico.Un diagnóstico temprano evitará consecuencias mayores.
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