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El denominado muñeco de apego u objeto transicional, es un objeto material en el cual el bebé deposita cierto afecto. Es aquel muñeco de peluche, por ejemplo, con el cual se retratan muchas imágenes de bebés durmiendo junto a él. Tiene funciones psicológicas significativas, sobre todo para aprender a dormir solo o en momentos de conflicto, como por ejemplo luego de un berrinche. Este objeto suplanta algunas funciones de la madre cuando no está presente.
Es un principio de seguridad y placer para el bebé al cual puede apretar y tener cerca. Además permite crear un área intermedia entre el bebé y otra persona o bien entre sí mismo y el entorno. El objeto transicional es a la vez objetivo y subjetivo. Objetivo porque es un objeto real y subjetivo porque se le transfieren finalidades en el área de la imaginación.
El chiquito/a adopta un muñeco de apego cuando comienza a darse cuenta de que es un ser independiente de la madre. Generalmente esto sucede cuando el bebé transcurre la etapa denominada angustia del octavo mes. Con frecuencia, los bebés adoptan los muñecos de apego a partir de los 4 ó 5 meses de vida y, normalmente, la posesión del mismo se extiende hasta los 3 ó 4 años de edad. Sin embargo la mayoría de los bebés lo adoptan a partir de los 8 meses, que es cuando atraviesan la etapa de angustia antes mencionada.
Es, en cierta medida, un sustituto materno, no definitivo, sino para ciertas ocasiones. El objeto de apego le genera seguridad y compañía al bebé cuando este se encuentra solo. Y es muy importante, por lo dicho anteriormente, a la hora de ir a dormir. Es muy difícil que un bebé que ha optado por tener un muñeco de apego se vaya a dormir sin él. La adopción del muñeco de apego le da seguridad, comodidad y compañía. Lo ayuda a reconocerse a sí mismo como independiente de los otros seres que lo rodean y es el primer paso para relacionarse con otras personas.
Los criterios de elección son incomprensibles, aunque el bebé elegirá aquel muñeco u objeto por el que sienta más afinidad. Es posible que tal vez la textura suave y agradable al tacto, el peso, el olor, la facilidad para manipularlo, sean cosas que el bebé tenga en cuenta a la hora de optar por su compañero de los primeros años de vida. Y si bien los padres pueden estimularlo brindándole varios juguetes y objetos, no le pueden imponer un muñeco en especial, será el bebé el que siempre elija,e incluso cambie, su propio muñeco de apego.
Por lo general se llega a un punto en que el muñeco debe ser higienizado, porque el bebé termina llevándolo consigo a todos lados: a dormir, a jugar, a la guardería, mientras come, etc. Lo ideal sería no lavarlo a fondo y principalmente que el niño no presencie el proceso de lavado. Una de los lazos más fuertes que el bebé desarrolla por el muñeco se da porque es como una parte de él mismo: lo babea, lo arrastra, lo muerde, el muñeco tiene su olor y así lo reconoce como propio.
También, puede ser totalmente normal que el chiquito no necesite de un objeto de apego. Es posible que en vez de un muñeco, el bebé adopte ciertas conductas que lo reemplazan. Ejemplos de estas “conductas transicionales” pueden ser : que se enrule el cabello con un dedo, que se duerma agarrado a la oreja de la madre, o a su almohada, que se chupe el dedo, que doble el borde de la sábana, etc.