Los niños son capaces de comprender el concepto de la muerte desde los 5 años de edad. Cuando fallece un ser querido experimentan una profunda tristeza y a veces no son capaces de expresarla. Por eso, es importante conocer cuáles son los síntomas del duelo patológico en los niños para ayudarlos a sobreponerse a ese dolor y superarlo de una forma sana.
Síntomas del duelo
Los síntomas del duelo patológico en los niños son muy variados y puede que no siempre se den todos al mismo tiempo. Es suficiente con localizar alguno para que tomar las medidas pertinentes antes de que la situación empeore.
- Depresión
Uno de los primeros síntomas del duelo patológico es cuando el niño o niña se sumerge en un estado depresivo. Se muestra apático, sin ganas de jugar y socializar. Está triste y llora por cualquier motivo, incluso en algunos momentos se puede volver agresivo.
- Problemas para dormir
Otro de los síntomas más frecuentes es que el niño sueñe de forma recurrente con el pariente fallecido.En muchas ocasiones sentirá miedo y se despertará en medio de la noche. A este problema también se le suma el insomnio.
- Tristeza
En la práctica, la tristeza es uno de los sentimientos que se encuentran más presentes en los niños que pasan por el duelo patológico. En muchas ocasiones, habla del ser querido y asegura sentir o ver su presencia en determinados lugares. La ansiedad y la depresión también se vuelven los protagonistas de de este proceso.
Es importante determinar cómo y cuándo transmitir la información a los niños y cómo manejar todos los sentimientos y conductas que se generen. Es necesario enseñarle a manejar la pérdida, aceptarla, expresarla, ajustarse al ambiente sin la presencia de ese ser querido y, por supuesto, volver a colocar a ese ser querido en los recuerdos agradables y bonitos anteriores al evento.
Para afrontar este tipo de duelos es útil que tanto el niño como el resto de la familia, si es necesario, acudan a diversas formas de terapia. Así se canalizarán todos esos sentimientos que surgieron tras la pérdida. Existen diversos topos de terapia: emocional, conductual y cognitiva, entre otras.
Es fundamental que en el núcleo familiar se demuestre comprensión y amor hacia los sentimientos de los demás y, en especial, del niñ/a. La paciencia es otro factor clave. En estos casos, es importante seguir las recomendaciones de los terapeutas para evitar que la situación y el desánimo empeoren. El control de la situación es fundamental.