Alrededor de los 2 años, 2 años y medio, el chiquito tiene un nuevo e importante desafío y logro a cumplir: poder dejar el pañal, permanecer seco, controlar las ganas de ir al baño. Esto se denomina “control de esfínteres”. Enseñarle al nene o nena a darse cuenta que tiene la necesidad de hacer pis o caca y que sea capaz de esperar, de aguantarse un poco las ganas y pedir ir al baño para satisfacer esta necesidad que el cuerpito le demanda, requiere de mucha paciencia, cariño y tiempo por parte de los papás.
Existen varias señales que nos hacen ir viendo que nuestro hijo ya está “listo” para hacer sus necesidades como lo hacen los “grandes”: siente molestias y se siente incómodo con el pañal sucio, permanece seco por largos períodos, incluso después de dormir, manifiesta sus deseos de ir al baño o avisa inmediatamente después de haber hecho sus necesidades, se interesa por saber cómo hacen los adultos sus necesidades en el inodoro e “investiga” el baño, la pelela o inodoro, empieza a usar las palabras “yo”, “mío”, “no”, muestra actitudes y conductas de independencia como lavarse las manos, vestirse, comer solo, etc.
Es importante aclarar que para que el chiquito/a logre el control de esfínteres tienen que darse las siguientes condiciones :
- Su cerebro y sistema nervioso tienen que alcanzar cierto grado de desarrollo que sólo se logra entre los 18 y 26 meses. Intentar que el chiquito/a pida hacer sus necesidades antes de estos tiempos es contraproducente para su maduración y además no se logrará el objetivo deseado.
- Los músculos del ano y de la vejiga deben estar lo bastante fuertes como para mantener los esfínteres cerrados.
Debe estar criandose en un entorno tranquilo, armonioso y sin grandes alteraciones porque cualquier problema que sacuda su vida emocional puede afectarlo. - Tiene que poder permanecer sentado en la pelela o el inodoro durante al menos 5 minutos.
- Nunca hay que forzar o exigir al nene/a para que vaya al baño o sentarlo en el inodoro o pelela cuando demuestra que está incómodo o se resiste a hacerlo. Mucho menos, castigarlo cuando se le escapa por accidente y se moja la ropa. Nunca hay que realizar comentarios negativos ni usar palabras que lo hagan sentir mal.
Cada pequeño/a tiene sus propios tiempos y su propio proceso madurativo. Si lo forzamos u obligamos, lo único que logramos es generar mayor resistencia, frustración para con nosotros mismos que luego le terminamos transmitiendo al pequeño.
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Lo que sí podemos hacer es alentarlo, estimularlo, mostrarle su pelela o adaptador y tratar de indicarle cómo se usa. También es interesante irle generando una rutina para ir al baño : cuando se despierta y levanta , después de comer, antes de acostarse, etc. Al principio no importa tanto que haga sus necesidades como que asocie estas situaciones: ingesta – presión – eliminación. Cuando lo haga por primera vez (y las que le sigan), hay que festejar su logro, ya que para el pequeño, el control de esfínteres es un avance de suma importancia.
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Y hay que ser pacientes porque puede que de las 10 veces que pida ir al baño, muchas de ellas ya llegue mojado o que, por el contrario, otras veces resulte que no haga nada. Este aprendizaje es gradual, lento y con muchas idas y vueltas. No se aprende de un día para el otro pero es importante remarcar que una vez iniciado el proceso, nunca se debe volver hacia atrás, una vez que decidimos quitarle los pañales, no hay que volverselos a poner ya que esto termina confundiendo al chiquito. Desde los 2 hasta los 5 años pueden haber tropezones y escapadas puntuales pero éstas recaídas son comunes y no hay que hacerse problema por ellas.