Una familia es un sistema organizado así como el núcleo básico de la sociedad. Esto quiere decir que se trata de un colectivo en el que hay normas, valores y pautas de comportamiento. También jerarquías y roles familiares que le otorgan un lugar determinado a cada uno de los miembros que la componen. Y todo ello se ve reflejado en la sociedad. La forma de relacionarse entre sí los miembros de la familia es determinante sobre cómo terminan relacionándose con el resto de la sociedad. Cada familia señala en la práctica qué es bueno y qué no. También, cómo se espera que actúe cada uno de los integrantes. Eso es lo que se denomina roles familiares: el papel que cada miembro cumple dentro de este núcleo.
La definición y puesta en juego de cada uno de los roles familiares es muy importante, tanto para la salud mental de sus componentes, como para el establecimiento de vínculos claros y sanos. Esto parece obvio, pero en el mundo actual no lo es tanto. El resultado es una sociedad en la que no están muy claras las jerarquías, las relaciones de autoridad y las fronteras del ego. Dentro de los roles familiares, el más básico y determinante es el rol conyugal. También, es uno de los que con el tiempo se vuelve más confuso. Está compuesto por la pareja y comprende el conjunto de espacios en los que no intervienen los hijos, como la sexualidad, las decisiones frente a la familia, el encuentro afectivo de los dos, etc. Luego están el rol materno y el rol paterno. Ambos roles familiares dependen mucho del entorno cultural. Sin embargo, hay algunos elementos que son comunes en prácticamente todas las culturas.
- El rol materno es fundamentalmente afectivo y su función es la de brindar protección y soporte al hijo.
- El rol paterno, por su parte, media en esa diada madre-hijo, expandiendo los límites de este último y señalando los límites de lo permitido.
Los otros dos roles familiares son el rol fraternal y el rol filial. El primero es el que se da entre hermanos y cumple la función de sentar las bases para una relación cooperativa entre pares. El segundo corresponde al vínculo que los hijos establecen con sus padres y tiene que ver con el respeto a las jerarquías y la internalización del sentido de autoridad.
Cuando la pareja rompe su rol conyugal y permite que los hijos entren en su esfera, se presentan consecuencias que pueden llegar a ser serias. En general, los niños que presencian los conflictos conyugales entre sus padres los experimentan con culpa y ansiedad. Dependiendo de la intensidad de los conflictos y de la edad del niño, las consecuencias pueden ser más o menos graves. En todo caso, uno de los progenitores -o ambos- perderá parte de su autoridad en esos conflictos. Tampoco es bueno que los niños vean a sus padres teniendo expresiones o relaciones sexuales. Esto puede llegar a ser muy confuso para ellos. Dependiendo otra vez de la edad y de la información que tengan al respecto, esto los asusta, los excita o los desconcierta. Las consecuencias pueden ser muy diversas, pero, en general, alteran su normal desarrollo.
Los roles familiares decisivos son los que ejercen los padres. Primero el rol conyugal y luego el rol como madre o padre. Todos estos roles están muy relacionados entre sí. El rol materno ideal es el de la llamada “madre-nutricia”: la que cuida, ofrece ternura y acaricia física y emocionalmente a su hijo. Sin embargo, algunas mujeres convierten a sus hijos en los únicos objetos de amor. Desprecian y desvalorizan al padre y crean vínculos posesivos y sobreprotectores con sus hijos. También, están las madres ausentes, que se niegan a maternizar a sus hijos. En ambos casos el efecto es similar al de una mutilación emocional. La función paterna, o rol paterno, establece la prohibición normativa. El padre es ese tercero que regula esa simbiosis de madre e hijo. “Salva” al hijo, por así decirlo, de que quede confinado al universo materno exclusivamente.
Actualmente hay una gran devaluación de la palabra y el rol paterno. Un padre que no está, o que ejerce su papel de forma débil o seductora, lleva a una gran dificultad en los hijos para definir lo permitido y lo prohibido, lo lícito y lo proscrito. A los hijos de este tipo de padres les cuesta mucho saber dónde está el límite.