Entre los principales síntomas del embarazo encontramos los molestos vómitos y náuseas. Por lo general, cualquier experiencia de este tipo es asociada a la gestación aun cuando no exista. Se trata de un proceso normal, pero que resulta incómodo de sobrellevar; en ocasiones está relacionado a la salud del embarazo.
El primer trimestre del embarazo es el más complejo en este aspecto. A algunas mujeres les afecta mucho más que a otras. También, ocurre que pueden aparecer mucho antes de que sepamos que estamos embarazadas. Rara vez persisten a lo largo del embarazo, pero en los primeros días pueden arruinar nuestras mañanas. Son frecuentes en el desayuno o apenas ponemos un pie fuera de la cama. La mayoría de las futuras madres sufren este problema en algún momento de su embarazo. Sin embargo, saber que es típico del proceso, no quiere decir que lo debemos soportar silenciosamente sin nada que hacer. Los especialistas y otras madres han encontrados soluciones y paliativos para poder solucionar esta situación.
No es muy probable que evitemos que se produzcan estas molestias cuando estamos embarazadas. Ocurren normalmente debido al aumento en la producción de hormonas como la gonadotropina coriónica. Este incremento hormonal es provocado por el huevo fecundado, más adelante, la formación de la placenta también lo provocan. Durante los primeros meses esta adaptación mantiene aumentada la producción de dicha hormona. Por eso, es en la primera etapa cuando más incomodidad sufrimos a causa de los vómitos y náuseas. Es posible que los sintamos en otras etapas de la gestación, pero lo habitual es que vayan reduciendo a medida que avanza el proceso.
Tanto la gonadotropina coriónica como la progesterona, son hormonas que favorecen la relajación del aparato digestivo. Esto trae como consecuencia que el reflujo se vuelva más habitual. Además, también inciden en la estimulación del centro emético, capaz de producir el vómito. Pese a esta explicación fisiológica, algunos expertos consideran que estos síntomas tiene un origen psicológico. Supuestamente, tiene que ver con la manera como la mujer vive su embarazo. Saber que estás pasando por el proceso de gestación, incide en que se desencadenen señales como estas.
No es fácil evitar que todo este cambio hormonal ocurra, pero algunas medidas pueden ayudar a minimizar los síntomas. Aunque esta sintomatología es normal, en ocasiones deben controlarse no solo para evitar la molestia, sino porque pueden traer consecuencias indeseadas. Si una mujer embarazada ha vomitado de manera intensa, es posible que se produzcan episodios de deshidratación. También, podría comenzar a sufrir deficiencias nutricionales debido a que expulsan gran parte de sus alimentos. En ocasiones ha sido necesario ingresar a la gestante para ayudarla en su recuperación.
De otra manera, los siguientes consejos pueden ayudarnos a mejorar:
- Las galletas dulces o saladas pueden ayudarnos a primera hora de la mañana. Si te ocurre este malestar al levantarte, conviene tener al alcance unas galletas. Comerlas antes de salir de la cama, compensará el déficit de azúcar en la sangre
- El desayuno puede ocurrir con normalidad después de las galletas que tomamos 10 minutos antes de levantarnos. Sin embargo, no se recomienda la incorporación de líquidos en el menú de esta hora. Si pensamos tomar café , te o algún jugo, es recomendable esperar tres horas después de haber ingerido los alimentos sólidos.
- Evitar las comidas abundantes. Es preferible tener varias comidas pequeñas. Tampoco es conveniente dejar pasar muchas horas sin comer, porque los gases son contraproducentes en estos casos.
- Hay que bajar el ritmo de nuestras actividades porque los vómitos y náuseas causan agotamiento.
- Es recomendable reponer el agua y las sales que perdemos luego de padecer episodios de vómitos intensos; por lo tanto hay que recordar mantenernos bien hidratadas todo el día.