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¿Por qué mienten los niños?

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Cuando los niños tienen algún mal comportamiento, tenemos 2 opciones para acercarnos a ellos. Podemos enfocarnos en lo que hicieron mal y reaccionar con enojo, castigo, vergüenza, amenazas, etc. O por el contrario, podemos poner nuestras emociones a un lado por un momento y responder la pregunta esencial de trasfondo: ¿Por qué están mintiendo mis hijos?

Por supuesto, hay distintos grados de mentir, en distintas edades, en múltiples niveles, y en circunstancias específicas. Pero, hay algo que todas las mentiras tienen en común: Son los efectos de causas que van más allá de la mentira misma. Descubrir esas causas puede enseñarme algo acerca de mi hijo y de nuestra relación.

Para llegar a las razones subyacentes de las mentiras, es más fácil empezar con la verdad. ¿Cuál es nuestra reacción ante las verdades, tales como mi hijo reprobó un examen, se salió de una clase, probó drogas, le pegó a otro niño, o come demasiado? Normalmente, es nuestra reacción a realidades que no nos gustan lo que empuja a nuestros hijos a inventar mentiras con las que creen que nos dibujarán un mejor panorama, manteniéndonos tranquilos y felices. Si mi hijo me muestra una baja calificación que recibió y yo reacciono exageradamente, es probable que no lo comparta conmigo si ocurre de nuevo, ya sea evadiéndome (mintiendo pasivamente) o diciéndome que obtuvo una calificación más alta.

Si mi hijo adolescente me escucha hablando del hijo de un amigo que consume drogas, será mi reacción a este caso y las palabras que utilice las que determinarán si mi hijo se abre conmigo para decirme si él o sus amigos están enfrentando el mismo problema.O, cuando mi hija tome otro dulce y yo la mire con incredulidad, disgusto y decepción, ella se asegurará de esconderse la próxima vez que quiera dulces.

La honestidad y la verdad son el núcleo de nuestras relaciones, pero puede ser complicado mantenerlas con nuestros hijos. La manera de lograrlo es afrontar la realidad con los ojos abiertos y amor, mientras restringimos el drama. Al final, es la inhabilidad nuestra y de nuestros hijos para lidiar con verdades incómodas lo que ocasiona que nos escondamos detrás de las mentiras.

Nuestros hijos cometerán errores, caerán más de una vez, y consciente o inconscientemente se dañarán a sí mismos y a otros. Los chicos deben comprender que, en definitiva, este es el proceso de la vida. Intentar negarlo o escapar de ello sólo empeorará las cosas. Mantengamos a nuestros niños cerca de nosotros sin importar sus verdades, y entonces no habrá necesidad de mentiras.