El optimismo está muy relacionado con la resiliencia. Por ello, criar niños optimistas es sinónimo de educar personas capaces de salir adelante. Como padres, nuestra tarea no consiste únicamente en proveer a los niños de alimento, seguridad y afecto. También, tenemos que formarlos en valores y ayudarlos a adquirir las herramientas para desenvolverse en la vida. Sin ninguna duda, el optimismo es una de las capacidades más necesarias y más olvidadas en la educación de los pequeños.
Muy a menudo consideramos este valor como secundario, de poca importancia. Asociamos optimismo con las típicas frases motivacionales manidas del estilo: «creé en vos mismo» o «luchá por tus sueños». No obstante, las implicaciones psicológicas de este concepto van mucho más allá y pueden ayudar a los niños a tener una existencia más feliz y exitosa.
La resiliencia es la capacidad humana más importante para hacer frente a las adversidades, superarlas y salir, incluso, fortalecido de ellas.Dado que todos, tarde o temprano, vamos a experimentar dificultades, contar con esta habilidad puede ahorrarnos mucho sufrimiento en nuestra vida. Desde reprobar un exámen, hasta ser traicionados por una amistad o tener que afrontar una ruptura o una pérdida. Todas estas situaciones cotidianas pueden generar elevados niveles de malestar a quienes no cuenten con las herramientas emocionales para manejarlas. Por eso, esforzarnos en ayudar a nuestros hijos a desarrollar la resiliencia es una tarea que todos deberíamos llevar a cabo. Sin embargo, esta habilidad está asociada a otros valores que son los que debemos fomentar para construirla. De todos ellos, el optimismo puede constituir un buen punto de partida porque está fuertemente relacionada con las demás. Es decir, si inculcamos una actitud optimista en los niños los estaremos acercando también al resto de habilidades importantes.
El optimismo es la tendencia a encontrar, en cada situación, los aspectos positivos y favorables. De este modo, la persona puede afrontar los obstáculos con ánimo y perseverancia, siendo consciente de lo que va bien y trabajando en mejorar aquello que no es tan beneficioso. Las personas optimistas cuentan con innumerables ventajas en su día a día. Tienden a mantener la esperanza y a tener una mejor autoestima y un sistema inmunológico más fuerte. Además, llevan a cabo acciones más exitosas y se muestran más activas ante las dificultades, tomando las medidas para proveerse de una red de apoyo afectivo. Por el contrario, las personas pesimistas tienen una autoestima más baja, pierden la esperanza y se dan por vencidas con más facilidad. Ante la adversidad tienden a deprimirse, a no tomar acción y a ver su salud más resentida. Además, suelen experimentar con mayor frecuencia sentimientos de ira.
Por lo tanto, el optimismo va mucho más allá de una tendencia ingenua o una frase motivacional. Es un excelente recurso psicológico para confiar en las propias capacidades de lograr el éxito y superar las dificultades. Por ello, aunque en ocasiones resulte tentador centrarse más en la educación intelectual, la emocional no debe quedar de lado. El optimismo es clave para ser capaz de afrontar la vida con confianza y autonomía.
Es importante seguir algunas pautas para inculcárselo a los más pequeños:
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