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¿Niñera o jardín maternal?

jardín maternal
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Una de las primeras preocupaciones que tienen las mamás cuando se reincorporan al trabajo después de la licencia por maternidad es saber con quién dejar al bebé. Es una decisión difícil que puede facilitar o complicar todavía más la transición entre estas dos etapas. A menos que tengamos alguna abuela o tía con disponibilidad full time que lo pueda cuidar, o que trabajemos desde casa y podamos combinarlo con el cuidado del bebé, las dos alternativas más viables son: contratar a una niñera que venga a casa o mandarlo a un jardín maternal.

Cada una de las opciones tiene sus ventajas y desventajas. Tenemos que tratar de evaluarlas antes de tomar la decisión. Hay que tener en cuenta cuáles son los objetivos y necesidades de los padres, es decir, qué es lo que buscan y esperan para el cuidado de sus hijos.

jardín maternal
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Niñera

Contratar a una niñera es una opción justa para aquellos padres que quieren cierta atención personalizada y exclusiva. También determinada educación para sus hijos. Eligen a una persona que está preparada, para que le pueda brindar al niño la estimulación que necesita en cada etapa de su desarrollo evolutivo.

Sin embargo, contratar una niñera con preparación profesional resulta muchas veces muy costoso. La mayoría de los padres que contratan niñeras optan por alguna persona de confianza que pueda estar con el niño, jugar con él y atender a todas sus necesidades.

Generalmente, son estudiantes que necesitan algún trabajo que puedan ajustar con sus estudios. En ese caso, no necesariamente tengan la preparación suficiente para ello.

En el caso de contratar empleadas domésticas, el chiquito tendrá cuidados básicos cubiertos, pero no se puede pretender mucho más. Si a esa persona le sumamos que deba atender la limpieza del hogar, claramente no estará 100% disponible para el cuidado del chico/a. Por el contrario, las niñeras profesionales sí saben cómo estimularlos en su desarrollo de acuerdo a su edad.

Además, al estar en casa, los chicos tienen poca sociabilización. No comparten actividades con pares. En los bebés de hasta 1 año y medio de edad, la socialización no es un “problema” porque hasta esa etapa no es necesaria. En tal caso las prioridades en su cuidado son muchas otras. Cuando un chiquito tiene 2 años y medio o 3 años, sí es más conveniente que tenga la posibilidad de interactuar con compañeros/as de su misma edad. Es más adecuado, aún cuando en esta franja etaria, el tipo de juego que realizan es solitario y no saben compartir.

Por eso si lo dejamos en casa con una niñera, hay que tratar de fomentarle la sociabilización por otros lados. Ir a la plaza, inscribirse en algún grupo de actividades de madres y niños, reunirse con familiares o amigos que también tengan hijos chicos.

Otra gran desventaja de las niñeras es que cuando éstas se enferman, llegan tarde o tienen cualquier tipo de inconveniente, los padres deben modificar la agenda laboral o faltar al trabajo y hacer malabares para definir quién se queda con el chiquito.

niñera
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Jardín maternal

La otra alternativa es enviar a nuestros hijos a un jardín maternal. Los padres que se deciden por esta opción ponen el énfasis en dos cuestiones:

  • La sociabilización de su hijo (que el niño aprenda normas sociales, que influyan en su buen comportamiento; que aprenda a compartir juguetes con otros niños, a tolerar la frustración; además del desarrollo de habilidades sociales, motoras y emocionales varias)
  • Evitar “faltazos” de la niñera y tener que dar mil vueltas para resolver en manera inmediata quien se encargará del chiquito/a.

Lo bueno del Jardín Maternal es que es una institución que siempre va a estar abierta para recibir a nuestros hijos. Y además, si vamos a una institución con trayectoria y reconocimiento, tendremos la garantía de que las personas a cargo de nuestro bebé son maestras capacitadas. Ellas saben qué actividades y estímulos proporcionarles a cada edad.

Igualmente, cabe destacar que el cuidado que el niño tendrá no será exclusivo ni personalizado. El chiquito deberá compartir los tiempos de esa maestra con otros 5, 10 o 12 chiquitos (dependiendo del jardin). Además, en muchos jardines maternales suele haber “rotación” del personal. Por tal motivo, nuestro hijo no siempre será atendido por la misma profesional, sino que serán 3 o cuatro quienes se ocuparán de él /ella.

Una gran desventaja del jardín maternal es el contagio de enfermedades entre los niños. Los chicos tocan todo, se meten juguetes en la boca y los comparten con los demás. Esto genera a veces un círculo vicioso de contagios que no tienen fin, especialmente en épocas de frío. Muchos niños suelen tener gripe, resfríos, conjuntivitis y demás. Debido a que su sistema inmunológico aún no está completamente desarrollado, no son pocos los pediatras que desaconsejan totalmente los jardines maternales para los bebés de hasta 12 meses de edad.

Sea cual sea la opción que elijamos para dejar a nuestros hijos, lo importante es estar atentos para saber discernir si ellos están contentos con este método. Si están bien cuidados y si no hay algo fuera de lo normal que pueda retrasar o afectar el desarrollo del bebé o niño.

Cuando los chicos van contentos al jardín maternal – luego de haber superado la etapa de adaptación – o se quedan contentos con la niñera, con la cual han generado un vínculo afectivo, significa que todo marcha bien.

Una vez que el niño ha aprendido a comunicarse, es importante escuchar lo que dice y no tomarlo como una fantasía, ya que muchas veces puede estar expresando la causa de su malestar. También, hay que tener la valentía de cambiar siempre que sea necesario a pesar de que nos tome tiempo, trabajo y dinero encontrar el lugar o la persona ideal para nuestros hijos.

Signos a los que tenemos que prestar atención :

  • Cambios en el humor y mayor sensibilidad
  • Cambios de conducta
  • Si se lo observa triste durante gran parte del día
  • Llanto de manera injustificada
  • Se lo ve asustado y temeroso (más de lo usual)
  • Tiene trastornos en el sueño (pesadillas)
  • Hay algún retroceso en su desarrollo. Por ejemplo, había aprendido a gatear y ya no lo hace más. O, más adelante, aprende a controlar los esfínteres y vuelve a no poder.