Los niños son niños y cada uno de ellos es único e irremplazable, y posee sus propios talentos y habilidades. No en vano existe lo que denominamos “inteligencias múltiples” . Sin embargo, no son pocos los padres que buscan cierta “excelencia” anto académica como en conducta en sus hijos, sin darse cuenta el daño que eso les ocasiona. Lo peor, es que el asunto hasa es conagioso porque aunque muchas veces busquemos “aislarnos” de padres así y no escucharlos, terminamos comparando los logros y objetivos cumplidos con los de los hijos ajenos y nos preocupamos o sentimos hasa vergüenza en algunos casos…
La obsesión por que nuestros hijos se destaquen y, peor aún, la necesidad de que todos se enteren de sus hazañas empieza a convertirse en una verdadera fuente de ansiedad, sobre todo en las redes sociales. Los talentos de los niños son puestos en el escaparate constantemente y uno se pregunta si no están allí para compensar los fracasos y las propias frustraciones de sus padres o para demostrar la brillantez de sus progenitores. Quizás publicar en Facebook u otras redes las genialidades de nuestros hijos alivia la sospecha de nuestra propia mediocridad.
En Google abundan artículos del tipo “Cómo criar hijos exitosos” “Cómo esimular a nuesro hijo para que sea mejor”, etc. La elección del colegio, la rutina doméstica, los temas de conversación no están guiados necesariamente por el deseo de que los niños desarrollen su sentido crítico o su imaginación. Lo que importa es que adquieran herramientas para tener éxito económico o profesional. No es extraño que el estrés infantil haya aumentado considerablemente en los últimos años. A veces, olvidamos que el único éxito posible es aquel que viene acompañado de bienestar emocional. La educación fundamental es la educación de los sentimientos. La otra viene fácilmente, como consecuencia de que la persona cree en sí misma, y entonces tiene deseo de saber, y es capaz de enfrentar las dificultades que a veces el saber tiene.
Si respetamos los tiempos de nuestros hijos, si les permitimos descansar de la agobiante carrera hacia el éxito, los prepararemos para ser felices y seguros de sí mismos. Y si son felices, lo más probable es que sean exitosos. Y que ellos mismos, de grandes, decidan si quieren colgar o no la foto de sus medallas , diplomas o trofeos académicos y/o deportivos, o de cualquier indole…en Facebook.
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