Es usual y completamente normal que los chicos sean impulsivos y que se comporten de manera impulsiva frente a diferentes cuestiones o problemáticas. Con el transcurso del tiempo van logrando tener cierto auto-control y en forma progresiva irán incorporando ciertos razonamientos antes de actuar “sin pensar”.
Sin embargo, existen caso más difíciles en los que los padres suelen preocuparse porque notan que su hijo/a tiene conductas demasiado impulsivas y no logran ponerle freno a esta cuestión. A veces son los mismos padres quienes quedan shockeados o sorprendidos y no saben qué hacer al respecto. Muchos de estos chicos requieren de asistencia adicional tanto de sus padres como de los educadores para aprender a controlarse, a medir consecuencias, a razonar y pensar antes de actuar sólo por impulsos.
La llamada terapia conductista cognitiva es una vía a través de la cual los padres trabajan junto con un especialista en conducta que tratará de lograr racionalmente que el menor comprenda por qué su impulsividad extrema no es buena y las consecuencias que pueden ocasionar en el resto de las personas.En esta terapia, los padres son muy útiles porque deben reforzar las conductas positivas premiando a sus hijos cuando se porten bien. En el propio proceso, los niños terminan aprendiendo a auto-controlarse y también a manejar aquellos pensamientos que los llevan a comportamientos impulsivos.
Realizar actividades físicas es otra gran aliada para estos casos. Cuando la energía infantil no es liberada, es probable que se desarrollen niños impulsivos. Los chicos necesitan 45 minutos de entrenamiento físico diario, lo cual ayuda a que toda la energía que tienen se canalice adecuadamente. hay que permitir que el chiquito corra alrededor de la casa, camine un poco, escale elevaciones, practique deportes. No es cuestión tampoco dejarlo exhausto y llenar su agenda de actividades pero es cierto que, en cierta medida, mientras más ejercicios haga un menor en el día, menos conductas impulsivas va a tener.
También tenemos a la terapia familiar como una excelente manera de conexión entre padres e hijos, de generar lazos y de aprendizaje. El terapeuta será capaz de llegar a la raíz del problema. Conversar con un especialista les ayudará a poner las cosas en perspectiva y manejar los problemas.
Cómo último recurso están los medicamentos. Estos sólo deben ser usados como una última opción, cuando son absolutamente necesarios y no quedan más alternativas naturales y, por sobre todo, siempre bajo asesoramiento y receta del médico que corresponda. Muchas medicinas que sugieren los médicos incrementan la atención en los niños y reducen la hiperactividad, lo que ayuda a controlar las conductas impulsivas, pero pueden traer alguna respuesta secundaria inesperada.
Es importante recordar que la personalidad infantil está en formación y requiere de todo nuestro apoyo para poder, como una vez lo hicimos nosotros mismos, aprender a controlar el pensamiento y las respuestas impulsivas. Estas estrategias para reducir la impulsividad en los niños serán muy útiles si son aplicadas con sistematicidad y mucho afecto.