Los desgarros en el parto son una ruptura de la piel del perineo, es decir, del área que se encuentra entre la vagina y el ano. Se trata de una lesión frecuente, que afecta a un gran número de mujeres que dan a luz a través de un parto vaginal. A los desgarros en el parto también se les conoce con el nombre de desgarro perineal, o estallido vaginal. Tienen lugar cuando el bebé pasa a través del canal del parto. Esto provoca el desgarro en algunos de los músculos que conforman el suelo pélvico.
Son una complicación importante, que puede tener consecuencias graves. Sin embargo, hasta en los casos más difíciles estas lesiones pueden manejarse de forma efectiva con una intervención a tiempo. Tales desgarros son más frecuentes en los partos con fórceps, o con episiotomía media.
Actualmente los profesionales médicos de todo el mundo investigan sobre los medios más eficaces para reducir la incidencia de los desgarros en el parto. Aún así, lo más recomendable sigue siendo tomar las medidas preventivas.
Estas lesiones tienen diferentes niveles de gravedad. Van desde pequeños cortes, hasta laceraciones profundas. En general, se originan en el hecho de que la piel no está suficientemente preparada y por eso no se estira adecuadamente en el momento del parto.
Hay algunas condiciones que hacen más propensa a una mujer a sufrir desgarros en el parto. Por ejemplo ser primeriza o haber tenido un desgarro de tercer o cuarto grado en un parto anterior. Otras condiciones pueden ser:
- Que el bebé sea muy grande.
- Tener un parto inducido, en especial si se emplean fórceps.
- Tener o haber tenido una episiotomía, es decir, una incisión que los médicos realizan para ampliar el canal del parto.
- Que el bebé nazca mirando hacia arriba, de nalgas o sentado.
- Que los hombros del bebé estén mal ubicados en la pelvis de la madre.
- Comenzar a pujar antes de tiempo o lo hace con demasiada fuerza.
- Cuando la distancia entre el orificio vaginal y el ano es muy corta.
Dependiendo del nivel de gravedad, es decir, de la profundidad del corte y de la zona donde se produce, los desgarros en el parto se clasifican en cuatro grados.
- Primer grado: tiene lugar cuando la piel de perineo sufre un corte superficial y pequeño. En este caso la herida sana con facilidad, sin generar mayores consecuencias.
- Segundo grado: la lesión afecta de manera superficial a una parte del músculo de la región perineal. Se precisa sutura.
- Tercer grado: hay afectación en toda la piel y en los músculos del perineo que llegan hasta el esfínter anal.
- Cuarto grado: comprende toda la zona perineal y además el esfínter anal y la pared del ano. Tanto esta como la de tercer grado, tiene recuperación difícil y dolorosa.
La mejor manera de prevenir los desgarros en el parto es tomar algunas medidas durante el embarazo. Dichas medidas preventivas son también útiles para evitar que se deba recurrir a la episiotomía durante el parto. Las principales medidas de prevención son las siguientes:
- Masaje perineal: consiste en aplicar masajes en la zona perineal, con la ayuda de aceites apropiados para esa región. Esto contribuye a dar elasticidad a los músculos de la zona.
- Ejercicios de Kegel: son una técnica para fortalecer la musculatura vaginal. Permiten practicar las contracciones para que al momento del parto sean más eficaces. Se recomienda realizarlos todos los días, desde el quinto mes de gestación.
- Ralentizar la fase expulsiva. Significa hacer más lento, deliberadamente, el paso del bebé por el canal del parto. Esto se hace para que los músculos tengan tiempo de prepararse y el niño no salga con demasiada fuerza.
- La posición del parto: hay evidencia de que algunas posiciones de parto favorecen el perineo: en cuclillas, de pie y acostada de lado. Durante los partos en el agua se registran menos desgarramientos.
- Compresas tibias. Sirven para darle mayor elasticidad a los músculos y aliviar el dolor en el momento del parto.