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La mayoría de los papás ni siquiera saben que existen diferentes estilos de crianza. Tratan, simplemente de hacer lo mejor que pueden en base a lo que han aprendido por experiencia propia y teniendo en cuenta sus propias ideas y principios. Independientemente de que lo sepan o no, es posible afirmar que los padres adoptan alguno de los distintos estilos de crianza. La influencia de decantarse por uno o por otro, marcará a los hijos de una manera especial. Aunque no lo creamos, en el futuro, cuando ese niño crezca y se relaciones con los demás en la edad adulta, notará cómo ejerce sobre sí mismo el estilo de crianza que tuvo cuando era pequeño.

Los estilos de crianza son determinados por dos aspectos fundamentales:

  • Sensibilidad e interés
  • Exigencia y firmeza

Cada estilo tiene una combinación diferente de estos dos aspectos (sensibilidad e interés y exigencia y firmeza). No sorprende que, igual que en todos los campos de la vida, el mejor estilo sea el que tiene un equilibrio de los dos.

  • El estilo Autoritario: el padre dice: “es así porque he dicho y punto” (100% exigencia y firmeza). Se ejerce una supervisión muy fuerte y la ternura queda restringida. En casos extremos, puede volverse abusivo.
  • El estilo Permisivo: el padre dice: “haz lo que tú quieras, mi niño lindo” (100% sensibilidad e interés). El nivel de cuidado es de moderado a alto, con poco control. No hay constancia en la aplicación de normas de disciplina; se aceptan todos los deseos e impulsos de los niños.
  • El estilo Negligente: el niño dice: “¿dónde está papi/mami?” (0% exigencia y firmeza y 0% sensibilidad e interés). Estos padres carecen del compromiso necesario para con sus hijos y la supervisión está ausente.
  • El estilo Democrático: el padre dice: “¿ahora entiendes por qué es tan importante que obedezcas las reglas?” (50% exigencia y firmeza y 50% sensibilidad e interés). Suelen ser padres muy afectuosos que ejercen un control moderado y favorecen las habilidades sociales. Acostumbran a acompañar las exigencias con razones y respetan la independencia de sus hijos.

El ideal: Los niños con padres que utilizan el estilo de crianza democrático, o sea que tienen una disciplina moderada, mucha comunicación, usan la lógica para obtener cooperación, y dan buenos ejemplos, son los más exitosos a corto y a largo plazo.

Estos niños son adaptables,  independientes y cooperadores. Son menos susceptibles a la presión negativa de un grupo y saben escoger buenos amigos. Tienen una buena autoestima y respetan a los demás. Lo cierto es que, aunque el estilo democrático de crianza es el más saludable y efectivo, también es el más difícil de poner en práctica porque exige mucho tiempo y energía por parte de los padres.

Padres de carácter no conflictivo tal vez opten por el estilo permisivo. No establecen reglas ni administran disciplina. Son “todo amor y compresión”. En la superficie no suena tan malo. Después de todo, a nadie le gusta ser “el malo de la película”, especialmente con un niño. Los chicos con este tipo de crianza son los más propensos a sufrir de depresión. Además, revelan un enlace entre el estilo demasiado permisivo de crianza con el abuso de drogas, la delincuencia y la promiscuidad. Lo más irónico de todo esto es que muchos de esos niños llegan a creer que sus padres no los aman.

Los niños con padres autoritarios aprenden a temprana edad a no hablar de sus preocupaciones con sus padres y, por ende, son más influenciados por sus amigos. A menudo se sienten frustrados y se rebelan en contra de los valores y creencias de sus padres. Los hijos de padres autoritarios, con concepciones sumamente rígidas, tienen casi 5 veces más probabilidades de ser obesos que los hijos de padres con un estilo más flexible y democrático.

Cabe destacar que, tener padres negligentes es lo peor que puede ocurrirle a un niño. Cualquier tipo de crianza es mejor que estar ausente. Los hijos de padres negligentes son los que despliegan más problemas en su desarrollo y también en su vida de adultos. Tienen poco control de sus emociones y se les hace difícil formar y mantener relaciones saludables.

Por otra parte, el desenlace del niño no solo tiene que ver con el estilo de crianza, sino también con el propio temperamento del niño. Si el niño tiene un temperamento positivo y una mente abierta puede llegar a florecer, a pesar de sus circunstancias. Sin embargo, tiene muchas más posibilidades de éxito con una buena crianza, por supuesto.

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