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Los chicos no deberían vivir en dos hogares

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Para muchos niños vivir entre dos hogares, luego de la separación de sus padres, es como navegar sin un rumbo fijo, El hecho de no saber en dónde estarán hoy o mañana, puede generar en estos niños o jóvenes, mucha tensión, lo que puede verse reflejado en cambios de conducta y hasta bajo rendimiento escolar, entre otras afectaciones psicológicas. Cuando no hay una planificación familiar y los hijos se mueven como hojas al viento, según la voluntad e intereses de los padres, lo que se traduce en una falta total de organización y de estructura en la vida emocional de los menores.
Aunque la responsabilidad de los hijos debe ser compartida por los padres, no es saludable para los menores, una situación como :  esta semana el chico/a está en un lugar y la siguiente en otro, en ocasiones sin previo aviso, y sumado a esa inestabilidad física, escuchan intercambios de palabras entre los padres porque no se ponen de acuerdo en cuándo y quién se hará cargo de los niños (con frases tipo “no me toca a mí, sino a vos”) Los menores, sean pequeños o preadolescentes, empiezan a sentir que ellos están generando un conflicto adicional entre sus padres y cargan con una culpa que no es de ellos.Los psicólogos y especialistas recomiendan que, que así como los adultos necesitamos saber a dónde pertenecemos, el chico necesita tener un espacio físico que le brinde una estabilidad emocional; donde ellos sientan que es su casa, donde tienen sus pertenencias, sus amigos, pues eso les da identidad. Cuando esto no se da, el niño o adolescente por inmadurez e impulsividad puede sentir la necesidad de buscar un refugio en alguien o algo que le brinde esa seguridad lo que puede ser una salida errónea, que incluso puede generar otros conflictos mayores, desde bajas calificaciones y cambios de conducta, hasta problemas más serios como drogas, alcohol, juntarse con “malas compañías”. Y, cabe destacar que estas situaciones no sólo ocurren en las familias de bajos recursos, sino también en aquellas de clase media y en las de gran poder adquisitivo.
los chicos no deberían vivir en dos hogares
En resumen, este conflicto es independiente de la clases social económica a la cual se pertenezca.También, otro grave error es el iniciar una especie de “competencia y lucha” de poder que al final genera en el hijo un conflicto de lealtades. El chico pensará : “con quién me divertí más” “qué le digo a mi mamá que hice con mi papá” (o viceversa) “si me divertí más en la casa de uno o del otro tal vez pueden enojarse”, etc.
Los psicólogos apoyan y aconsejan que, en la medida que sea posible, los hijos permanezcan en casa de sus mamás como hogar permanente y mantengan un horario de visitas con sus padres (fines de semanas alternos compartidos y accesibilidad al padre todos los días por medio de llamadas telefónicas y/o encuentros diarios o semanales). Esto no quiere decir que el padre debe desligarse del hijo, todo lo contrario, deben continuar una relación estrecha y comunicación constante con ellos.
Aunque como pareja ya no estén más juntos, serán padres de ese hijo por el resto de sus vidas. El vínculo amoroso de pareja se quebró pero el lazo de ser padres de esa personita que ambos trajeron al mundo, seguirá intocable. Por eso es que siempre deben dejar a un lado los propios intereses y deseos de cada uno, ser menos individualistas y, sí pensar en el bienestar del hijo. Hay que tratar de mantener una comunicación abierta y fluida, velando siempre por el bienestar de sus hijos. Es importante poder elaborar un esquema previamente organizado, donde se pueda estipular en qué fechas estarán con uno u otro progenitor. La organización es importante, pero también se debe invitar a la flexibilidad, esto se traduce en canales de comunicación saludables entre la pareja de padres.
Hay que intentar mantener en la medida de lo posible las mismas reglas y rutinas, porque así se mantendrá el orden en la vida del chico/a (por ejemplo: mantener la misma hora de irse a dormir).El padre o madre debe tomar la decisión y hacer partícipe al chico/a, evitando el preguntarle al menor : a dónde quiere ir, qué prefiere hacer. ¿Por qué ? Porque se pone al chico frente al tener que  elegir entre uno y otro, y esto se llama conflicto de lealtades. Exponerlo a este tipo de situaciones no es saludable.

Comentarle sobre tus planes al menor disminuye la ansiedad, por ejemplo: este fin de semana vas con papá porque mamá tiene que viajar al interior. Al minimizar el factor sorpresa en el niño, le brindas confianza y le demuestras que es muy importante en tu vida.