Suelen decir que una mujer se vuelve más inteligente, intuitiva y receptiva cuando se convierte en madre. ¿Mito o realidad? Lo que sí puede demostrarse ( y de forma científica), es que el cerebro de la mujer cambia, tiene muchas modificaciones, al convertirse en madre. Varios estudios avalan que el cerebro de la mujer, una vez que se queda embarazada y hasta la fecha en que da a luz a su bebé, se transforma.
La mujer cambia desde el mismo momento en el que sabe que está embarazada. De hecho, muchas mujeres que antes eran más impacientes y distantes, se vuelven inexplicablemente cariñosas y tolerantes durante el embarazo. La razón es simple y clara, tine que ver con las hormonas. La “revolución” hormonal provoca cambios drásticos en el estado anímico de la futura mamá. Pero hay más: no sólo cambian las fluctuantes emociones. Los expertos en neurociencia aseguran que también cambia el cerebro, sobre todo desde el momento en el que el bebé nace y la mujer se convierte ya para siempre, en madre.
Los cambios en el cerebro de la mujer al ser mamá
- Se agudizan los sentidos: El córtex cerebral encargado del sentido del tacto cambia drásticamente, lo que garantiza una mejor comunicación entre el bebé y su madre. También, se agudiza el oído, capaz de reconocer diferentes tonos en el llanto del bebé y el olfato aumento notablemente durante el embarazo. Otro cambio importante se da en la agudeza visual.
- Aumento en sus emociones: aunque suene increíble, el cerebro se encoge durante el embarazo para que aumenten las conexiones cerebrales. Esta sitiuación beneficia a zonas como el hipocampo, para dar prioridad a las emociones y favorecer la formación del vínculo entre madre e hijo. La zona cerebral que rige las emociones muestra muchísima más actividad en las madres, sobre todo la que está relacionada con la empatía y las preocupaciones.
- Incremento en la inteligencia: El cerebro de una madre se transforma para darle mayor capacidad de gestionar muchas tareas a la vez. Aumenta la capacidad de empatía y la capacidad organizativa y resolutiva. Todo esto, hace que el cerebro de una madre, a pesar de sus despistes y momentáneas pérdidas de memoria, sean más inteligente. De hecho, el cerebro de una madre presenta mayor actividad neuronal. Las pequeñas ‘lagunas de memoria a corto plazo” se deben a que una madre debe priorizar y desechar los elementos de su vida que sean superfluos.
- Aumenta cierta zona de la materia gris: este incremento se da en el área donde se gestionan la ansiedad, la preocupación, ese estado de “alerta” que poseen muchas madres. La denominada zona gris es la zona del cerebro en donde se generan los comportamientos obsesivos compulsivos y en donde también se genera la depresión posparto y la irrritabilidad. Para contrarestar esto, el cuerpo genera en los primeros meses más oxitocina y prolactina, poderosos remedios antiestrés.
- Aumenta la actividad en la zona cerebral que controla amor y enamoramiento: La madre se convierte en una especie de “supermamá”. De pronto se arma de fuerza y valentía, y un sentimiento arrollador de protección hacia su hijo. La culpa de todo esto la tienen la oxitocina y la prolactina, una hormona que segregan las neuronas en la zona de la base del cráneo (la hipófisis) para favorecer el vínculo de amor de la madre hacia su hijo y que no persigue otra cosa que proteger la supervivencia del descendiente.