Aunque no lo creamos, una manera simple de ayudar a nuestro hijo a desarrollar su aprendizaje es dejarlo jugar libremente. Los adultos debemos dejar que los niños practiquen, que repitan sus frases y acciones, que se sorprendan y, sobre todo, incentivarlos a que descubran el mundo por sí mismos. Es bueno que podamos motivarlos para que resuelvan sus problemas de manera espontánea y creativa para que así logren lleguar a sus propias conclusiones.
Una de las mejores cosas que pueden hacer los padres por sus hijos es respetar su criterio, pues es a través de su particular manera de pensar y de participar activamente en las situaciones que se le presentan, que pondrá en práctica su capacidad de razonar de manera lógica. Y, es este tipo de razonamiento lo que lo llevará a desenvolverse apropiadamente en la sociedad moderna y en su vida como adulto. Desarrollar el pensamiento lógico o crítico es una herramienta que les servirá a lo largo de toda la vida. Se trata de un fenómeno psicológico racional que usa los recursos del pensamiento en resolver un problema en específico. Cuando son chicos, esta manera de pensar les ayuda a experimentar menos frustración a la hora de jugar, reduce los problemas de disciplina y mejora las habilidades para emprender tareas. Además, este tipo de razonamiento (que se desarrolla a través del juego libre y estructurado) contribuye a que mejore su interés, compromiso y motivación en general.
Cuando el bebé no está durmiendo o comiendo, jugar es su actividad principal. Esto no solo lo ayuda a entretenerse sino que además estimula su capacidad natural de imaginar, crear y aprender. Al principio, los juegos son suaves, ya que a esa edad solo responden a estímulos como sonidos, sonrisas, caricias, pero a medida que va creciendo, el juego se irá haciendo más interesante y “complejo”.
Jugar con juegos que invitan al pequeño a encajar una pieza de color llamativo dentro de una estructura, por ejemplo, estimula la curiosidad y lo invita a moverse, a pensar, a mejorar cada día sus habilidades cognitivas y motoras, además de las sociales. Cada vez que un pequeño juega, está aprendiendo algo nuevo. El juego lo ayuda a comprender la relación que hay entre las causas y los efectos de una acción; lo aprende con cosas tan sencillas como saber que si aplica algo de fuerza a una pelota, esta se moverá. Esa simple acción lo ayuda a reconocer que cada acto que realizamos genera un efecto. Además, dejar jugar al bebé de manera libre, es decir sin intervenir en su juego, lo ayuda a fortalecer su sentido de independencia. Los adultos debemos respetar el juego del niño cuando nos invitan a jugar con ellos, porque es vital respetar las normas de su juego y no caer en la tentación de querer imponer las nuestras.
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