Si queremos que nuestros pequeños se desarrollen en un ambiente agradable y positivo, tenemos que empezar por nosotros, padres, tutores, docentes, profesores… Si creamos un entorno calmado, en el que se pueda hablar, compartir y acordar, habremos recorrido una buena parte del camino. Hay que cultivar la calma como adultos que somos para poder transmitirla a los niños.
La calma del adulto va mucho más allá del autocontrol. También, va más allá de la paciencia a corto plazo. De hecho, hay que trabajar la paciencia a largo plazo, mejorar la impulsividad y aprender a reaccionar de forma sensata, pensando antes de actuar. Una crisis es un buen momento para frenar, recapacitar, reflexionar, aprender y mejorar. Se dice que puede ser un instante idóneo para reinventarnos. Por ejemplo, tratando con los niños para que interioricen la paciencia activa. No es fácil, pero si frenamos y observamos a nuestro alrededor, puede ser que veamos que todo va muy rápido, y en esa coyuntura, elementos como la crítica destructiva, la intolerancia o el egoísmo encuentran un terreno ideal para florecer.
Además, cuando hablamos de ayudar a los niños para que cultiven la paciencia, y se recomienda una dieta particular, manualidades y otras actividades, recuerda que servirán de poco si no están envueltas en una rutina que potencie la confianza, la positividad y el apego seguro.
Por otra parte, es necesario practicar y trabajar la paciencia a largo plazo. Debe estar presente siempre. Tenemos que aprovechar cualquier situación cotidiana para fortalecer la paciencia. Olvidemos la necesidad de inmediatez. Así, lograremos evitar que la sensación de espera se convierta en una fórmula negativa. La actividad cotidiana no suele facilitar el desarrollo de la paciencia. Se busca la inmediatez de los resultados. Esto provoca que los tiempos de espera se perciban igualmente como negativos.
Los niños son muy perceptivos. Si nosotros, como adultos, tenemos una sensación negativa hacia la espera, ellos nos imitarán, por lo que desarrollarán también esa sensación mala y la verán y percibirán como algo a evitar.
Podemos trabajar la paciencia con niños a través de ejemplos positivos. Ellos, en el momento en que comienzan a usar tecnología, se acostumbran a la inmediatez. Envían un mensaje por medio del celular y quieren una respuesta instantánea en su whatsapp. Sin embargo, existen otros trabajos, elementos y procesos que requieren de una larga espera y una paciencia adecuada para que fructifiquen. Además, estos son muy importantes para el buen proceder de su vida, y de la vida en general.
Podemos ilustrar a los niños con diversos ejemplos vitales. Por ejemplo, hablando del trabajo que hacen los profesionales de la medicina. Cuando recetan un tratamiento o realizan una operación, ¿cuánto tiempo pasa hasta que se ven los resultados positivos? Hace falta esperar hasta que el paciente empieza a sentirse mejor, la medicación lleva un tiempo para hacer efecto y, es así como la paciencia es también clave para evitar errores y poder salvar vidas.
Una crisis es una excelente oportunidad para que un niño aprenda. Sea de mayor o en menor proporción, es importante que por más que el pequeño llore o se queje, entienda que nada pasará antes de que llegue su momento. En un ambiente agradable, de confianza, en el que el amor y el valor primen, no será difícil que el trabajo con la paciencia del niño obtenga buenos resultados.
Casi todas las situaciones son buenas para demostrar al niño la necesidad de trabajar la paciencia activa. La gestión de tiempos y los cambios de velocidad para adaptarnos a las circunstancias están presentes en casi todos los escenarios, siendo especialmente importante en aquellos en los que es necesario el trabajo en grupo.