En aquellas familias en las que existe más de un hijo es común que surja la duda de si es conveniente que convivan en la misma habitación. La complicidad fraternal y la falta de independencia se ponen en una balanza y resulta complicado decidir. En líneas generales, el hecho de que los hermanos compartan el cuarto es algo muy positivo que puede traerles valores y aprendizajes importantes para su vida.
Como suele suceer en diversas situaciones de la vida, compartir cuarto también tiene ciertos inconvenientes que deben ser tomados en cuenta y superarlos. En primer lugar, y en lo relativo al cambio de habitación del hermano pequeño, es necesario planearlo para evitar problemas, en la medida de lo posible. Es recomendable que no se traslade al hermano menor al cuarto conjunto hasta que este tenga, al menos, un año de edad. De lo contrario, sus ritmos de sueño podrían afectar al descanso de su hermano. Por otro lado, hay que dialogar con el hermano mayor y explicarle el cambio que va a producirse y cómo le afectará. Es importante resaltar los aspectos positivos y todo lo referente a la compañía y la complicidad que les proporcionará dormir juntos. También, se han de permitir ciertas licencias al hermano mayor con el fin de hacerle más agradable la transición. Pequeños detalles como permitirle elegir el lugar del cuarto donde poner su cama pueden ayudar a implicarle en el proceso con ilusión.
Lógicamente, al compartir habitación, no existe un espacio propio, personal y delimitado para cada niño. Esto, en cierta medida, puede hacer que pierdan parte de su identidad individual. Además, puede ocurrir que los niños se acostumbren tanto uno a la presencia del otro que se vuelvan menos independientes y acusen, en gran medida, la falta del hermano cuando esto así suceda. Puede que se les dificulte más dormir solos en ocasiones o entretenerse por sí mismos. Otra contra es que puede pasar que el despertar o los llantos de uno de los niños interrumpa el descanso del otro, aunque a la larga, generalmente los más chicos se acostumbran y siguen durmiendo sin complicaciones.Es posible también que, si se dedica el mismo espacio al juego, al estudio y al sueño, los horarios de ambos hermanos sean incompatibles en ciertos momentos (especialmente si la diferencia de edad entre ellos es grande, porque puede que el mayor necesite estudiar mientras el pequeño quiere jugar o dormir).
Tomando ciertas medidas, las desventajas pueden revertirse. Debemos delimitar un espacio individual para cada niño dentro de la habitación y se han de respetar los distintos horarios de sueño, según la edad de cada uno. Además, es imprescindible ir dialogando y escuchar las opiniones de los pequeños respecto al asunto, por si al acercarse a la preadolescencia decidieran que prefieren tener más intimidad. A pesar de todo, los beneficios superan los inconvenientes. Compartir habitación es una experiencia enriquecedora y positiva que recordarán siempre con gran cariño.
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