El objetivo principal de los bebés es sobrevivir. Hacen lo posible por tener a sus “protectores” cerca, por estar bien alimentados, por sentirse bien y por eso lloran y se quejan mucho. Lo hacen normalmente hasta que son capaces de valerse por sí mismos y por eso son tan demandantes de pequeños, porque nos necesitan muchísimo. La licencia por maternidad es de 3 meses, los cuales, a veces pueden alargarse si le sumamos vacaciones y si tenemos la suerte de que, en nuestro trabajo, se nos permita excedernos unos meses más, pero ya, sin goce de sueldo. Aún así, el tiempo máximo alcanzaría los 5 o 6 meses de un bebé. La mamá termina separandose del chiquito siendo éste aún un bebé, casi tan demandante como el primer día. De hecho, según los especialistas, el amamantamiento debería darse hasta los 6 meses de edad. No es que no se pueda hacer, pero es una gran complicación que a los 4 meses, la reciente madre tenga que irse de la casa para ir a su trabajo.
Por estas razones, y muchas mas, no son pocas las mujeres que, decididas a cuidar de sus hijos, alargan la licencia por maternidad, reducen la jornada o bien deciden hacer un “impasse laboral” en sus vidas y, terminan recibiendo críticas, opiniones negativas y reclamos por parte de personas de su entorno y de su trabajo, como la clásica ” no se es mejor madre por quedarte más tiempo cuidando al bebé….” Todo esto es muy triste. Las personas no son capaces de pensar en el mismísimo chiquito y mucho menos logran ponerse “en el lugar de la madre” para poder observar el entorno desde la perpespectiva de ella. Lo peor es que muchas de las critican a la mamá, en el futuro serán también madres y sólo en ese momento serán capaces de darse cuenta el error de haber criticado.
La realidad es que, el chiquito necesita a su madre y a su padre no sólo los primeros meses, sino también los primeros años. Lo que pasa es que en las familias tiene que haber un equilibrio entre el dinero que entra y sale y tenemos que terminan trabajando muchas horas y esto repercute en que no queda otra salida que dejar a nuestros hijos al cuidado de otros (abuelos, niñeras, guarderías, jardines maternales, etc). Por eso, cuando una mamá decide dejar de trabajar, cuando una familia decide apretarse el cinturón y cuando elije privilegiar el dedicar su tiempo a tratar de hacer feliz a su hijo para que crezca sano, fuerte y bien educado todos deberían alegrarse, pensar en positivo y hasta tenerle una sana envidia. Sin embargo, existe gente egoísta, amargada y tóxica cuya felicidad parece depender de la infelicidad de los demás. Gente que luego encima te dice eso de “hay que educar a los niños en valores” o “hay que enseñarles a vivir”, “es importante que se sepan adaptar a los cambios” ??¡¡¿¿
El problema es que nos han vendido el cuento de que, si en esta vida no trabajás, uno no es nadie, que uno termina siendo un cero a la izquierda, que no logrará ninguna “realización personal”, que tendrá una vida sin plenitud y que la misma será una vida “vacía”. Una locura que se haya ido con el tiempo imponiendo en la gente, este tipo de pensamientos. En el imaginario, muchos creen que aquellas mujeres que se han quedado en sus casas criando a los chicos terminan siendo mamás amargadas, desilusionadas y depresivas y que han desperdiciado sus vidas. Por suerte, en alguno países como Holanda, las mujeres no padecen de esta problemática. Nadie se espanta porque una mujer quiera quedarse en su casa cuidando de su hijos. Nadie piensa que ha echado por la borda su futuro y nadie piensa que es una fracasada. Por consiguiente lo que se ha de cambiar es la mentalidad de la gente. No por quedarte en tu casa cuidando de tu familia eres menos que otros. En esta vida lo más importante no es trabajar hasta terminar exhaustos y agobiados.
No es indigno hacer de madre a tiempo completo, ni de ama de casa. El matrimonio no es una lucha de status ni de poder (yo soy mejor porque gano más), el matrimonio es otra cosa, nadie depende del otro (en el mal sentido económico de la palabra), ni es inferior ni superior. Se trata simplemente de un reparto de funciones. Hemos llegado a unos niveles de estupidez increíbles: si cuidamos de los hijos y de la casa de otros, cobrando un sueldo por ello, somos madres trabajadoras, pero si sólo lo hacemos con nuestros hijos y nuestra casa somos unas mantenidas. Creo que en el fondo es una cuestión de ultra-feminismo mal entendido.
Existen mensajes sumamente contradictorios en esta vida : por un lado, se dice y se muestra que tener hijos es lo más importante y que son lo más preciado de la vida misma, pero aquellas madres que dedican sus energías y tiempo a cuidarlos y educarlos, sólo terminan recibiendo criticas en lugar de halagos o elogios. No existe comprensión, simpatía ni entendimiento alguno y se cree que estas mujeres “no hacen nada”. En cambio, parece ser que en esta sociedad en que vivimos, las “heroínas” son esas mujeres que se vanaglorian de haber trabajado al extremo después de haber parido a sus hijos y de no tener apenas tiempo de verlos….. increíble. Y es realmente triste y penoso cuando una mujer intenta “superar” a otra, presumiendo del tema de lo mucho que trabaja fuera de la casa y escondiendose detrás de la frase ” no importa la cantidad de horas pasadas con el niño, sino la calidad de ese tiempo”. Esto no es del todo cierto ya que, cuando son bebés, los chiquitos necesitan de ambas cosas : cantidad y calidad.
Muchas veces los comentarios vienen de la propia familia, pero somos nosotros los que debemos determinar quien educa, y ponerlo claro desde un principio, aunque nunca es tarde para decirlo o dejarlo ver. Si es muy triste, pero hasta el punto que se haga caso de los comentarios o muchas veces de las imposiciones, que muchas veces se disfrazan de consejos, nos afecten. Algunas veces es duro pero hay que sacar fuerzas y hacer oídos sordos para evitar un disgusto. Porque a veces, o casi todas las veces, no vale la pena. Si nosotros lo tenemos claro, ya con eso basta. Si la otra persona no lo tiene claro, es su problema, no el nuestro.
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