La fiebre, síntoma de distintas enfermedades, sirve como mecanismo de defensa que utiliza el cuerpo para combatir gérmenes. Dado que puede producirse por múltiples causas, es muy importante determinar su origen para saber de qué forma controlarla.
La fiebre es un aumento regulado de la temperatura corporal, mediado por el hipotálamo, que se produce en respuesta a cualquier agresión que estimule las defensas corporales. Se trata de una respuesta fisiológica frecuente que tiene efectos positivos sobre las defensas inmunitarias e inhibe la función bacteriana y viral, pero que también aumenta las pérdidas de líquido corporal y la demanda metabólica, y que produce malestar general. La fiebre es un síntoma y su intensidad disminuye con la resolución del cuadro.
La mayoría de las enfermedades febriles duran menos de 3 a 5 días, período en que se identifica la causa de la fiebre y se la trata, o bien la fiebre disminuye espontáneamente. Para establecer las causas de la fiebre se debe considerar la edad del niño, el aspecto clínico y su interacción con el medio.
Los neonatos menores de 1 mes de vida con fiebre no pueden limitar su diseminación de los gérmenes por la inmadurez de su sistema inmune, y tampoco es posible evaluar su interacción con el medio. Por lo tanto, se debe internar al bebé, efectuar cultivos y administrar antibióticos hasta tener el resultado de los cultivos de sangre, orina y líquido cefalorraquídeo para confirmar o descartar una enfermedad bacteriana severa (meningitis, infección urinaria, sepsis, neumonía). Entre el mes y los 2 meses de vida se debe evaluar el aspecto clínico del bebé y con frecuencia clasificar su riesgo mediante estudios de laboratorio para confirmar o descartar una enfermedad bacteriana severa.
Entre los 3 y los 36 meses de vida las enfermedades febriles son muy frecuentes y en general de origen viral y benigno (catarro de vías aéreas superiores, faringitis, gastroenteritis, etc). También la fiebre puede originarse por una enfermedad bacteriana (neumonía, sinusitis, otitis media, meningitis), la cual será diagnosticada por sus síntomas específicos además de la fiebre. Si no hay síntomas orientadores evidentes se considerará realizar un exámen de orina, sangre, radiografía de tórax, punción lumbar, observación , etc, para detectar una infección urinaria u otra infección bacteriana severa.
Las inmunizaciones pueden producir fiebre dentro de las 48 hs. de su aplicación (tal es el caso de las vacunas pentavalente, quíntuple, séxtuple), o a partir del 5to al 7mo día en el caso de la vacuna triple viral (sarampión, parotiditis y rubéola) y de otras a virus vivos atenuados.
El abrigo en exceso y el golpe de calor producen hipertermia. El cuerpo pone en marcha mecanismos para perder calor como la vasodilatación (rubor intenso) y la sudoración. Esta hipertermia puede elevarse a niveles muy riesgosos para la vida si no se resuelve la causa que la origina. Por esto se recomienda no sobre abrigar a los chicos cuando hace frío y proporcionar una adecuada hidratación en días calurosos o cuando practican deportes.
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