Alrededor del 20 % de las mujeres en edad reproductiva presentan problemas en la tiroides, glándula en forma de mariposa ubicada en la parte inferior del cuello, por delante de la tráquea, que se ocupa entre otras cosas, de mantener la regularidad de los ciclos menstruales.
Por medio de la producción de las hormonas T4 o tiroxina y T3 o triiodotironina, la tiroides regula la frecuencia de las funciones de todas las células del cuerpo, entre ellas, la de los órganos reproductivos. Cuando se genera una escasa producción de la hormona tiroxina (hipotiroidismo), debido a problemas en la glándula tiroides, pueden presentarse problemas con la ovulación y, en consecuencia, surgir complicaciones reproductivas.
La discontinuidad del ciclo menstrual no es el único síntoma que puede presentarse. Una baja producción del eje de las hormonas tiroideas puede también generar cansancio, aumento de peso, falta de deseo, depresión, intolerancia al frío, constipación, piel seca y caída del cabello.
En cuanto a la función reproductiva femenina, el hipotiroidismo genera una baja producción de progesterona, lo que inhibe el engrosamiento de las paredes del útero e impide una adecuada implantación del embrión.
Otra de las consecuencias de este desequilibrio hormonal, está dada por el aumento de la prolactina, hormona responsable de la producción de leche luego del parto. Es frecuente que las mujeres consulten por tener secreción en las mamas sin estar embarazadas, lo que puede ser un síntoma posible de mal funcionamiento tiroideo.
También, es posible que esta patología no genere una infertilidad total, lo que representa una mínima posibilidad del alcanzar el embarazo en forma espontánea. Sin embargo, lo que podría ser una buena noticia, representa un riesgo aumentado de sufrir graves problemas para la futura mamá y el bebé.
Es importante que se normalicen los valores hormonales antes de alcanzar el embarazo, ya que el hipotiroidismo, entre otras complicaciones, puede aumentar el riesgo de aborto, anemia, hipertensión, desprendimiento prematuro de la placenta, alteraciones del desarrollo neurológico en el recién nacido o bajo peso al nacer.
Durante los primeros tres meses del embarazo, el bebé se nutre de la hormona tiroidea de la madre. Si esta es escasa, tiene un mayor riesgo de sufrir alteraciones en las neuronas, ya que esta hormona es clave en el desarrollo del cerebro.
Para evitar riesgos mayores, existe el consenso entre los especialistas acerca de realizar la evaluación de la función tiroidea en todas las mujeres que buscan embarazo y más aún si existen a síntomas tan concretos como la alteración del ciclo menstrual, excesivo cansancio, somnolencia, retraso en las funciones intelectuales o abortos a repetición.
Por ese motivo es importante consultar a un especialista. En la mayoría de los casos, si los ovarios están sanos, se implementa un tratamiento de reemplazo hormonal que revierte la situación rápidamente.
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