La alergia es una enfermedad crónica con síntomas de larga duración: tos, estornudos, rinorrea, prurito nasal, faríngeo, conjuntivitis o prurito ocular. No presenta síntomas generales de infección, ni decaimiento, ni fiebre, ni compromiso del estado general. A pesar de ello, si una persona no toma las medidas preventivas, su calidad de vida se puede ver afectada presentando cuadros respiratorios altos o bajos, presencia de ronquidos con cefalea y mala oxigenación, finalizando en una sobreinfección con sinusitis o bronquitis crónicas.
Las alergias primaverales no son exclusivas del mundo de los adultos, también suelen afectar a muchos bebés y niños. Una de las alergias más comunes es la respiratoria, que con el pasar de los años se ha visto incrementada por la contaminación ambiental. Los hijos de padres alérgicos, quienes tienen bajo el sistema inmune y aquellos que viven en lugares con alta contaminación ambiental o en zonas con mucha vegetación suelen ser los más afectados. Gran parte de la población vive con esta enfermedad y nunca se le ha diagnosticado un cuadro alérgico, debido a que los síntomas son semejantes a un resfrío o una bronquitis común. Estos cuadros pueden aparecer a cualquier edad y más aún si se tiene predisposición genética.
Una buena manera de prepararse para la alergia primaveral, es comenzar el tratamiento en agosto y prevenir los síntomas que aparecen con la llegada de la polinización de pastos y malezas. Los antialérgicos o antihistamínicos son el tratamiento de elección de muchos, dependiendo del cuadro que presente. También existen tratamientos de inmunoterapia con vacunas. La rinitis, la bronquitis y el asma son otro tipo de alergias que tienen comportamientos diferentes en cada paciente. Pueden presentarse como episodios estacionales, donde se encuentra la alergia primaveral y el resto del año se presenta de forma asintomática o perenne, es decir, todo el año presenta síntomas.
En el caso de bebés y niños, no es aconsejable la automedicación sino consultar a un especialista para determinar el origen de cada sintomatología e indicar el tratamiento correspondiente.
Cómo tratar las alergias en los chicos
El primer paso es aliviar la molestia de los síntomas. Para ello hay que tener a mano y usar a diario un spray de agua de mar para la nariz: higieniza, tiene efecto mucolítico, repara la mucosa nasal y reduce el picor de la nariz y del paladar. Hay que lavar los ojos un par de veces al día con suero fisiológico y usar siempre gafas de sol para salir a la calle. En cuanto al tratamiento farmacológico, éste ha de ser indicado por el pediatra y/o el especialista. El niño precisará antihistamínicos, ya sea en forma de jarabes, colirios, pomadas o pastillas (si sabe tragarlas). Un broncodilatador para casos de dificultad respiratoria y asma y un medidor de flujos para conocer el estado de los bronquios. La inmunoterapia (la vacuna) ha de ser personalizada para cada niño. Consiste en soluciones inyectables que deben administrarse en el centro de salud, cada semana (durante 4 a 12 semanas) y después una vez al mes durante 3-5 años. También existe la opción de la administración de la inmunoterapia sublingual, ésta se realiza en casa, durante la fase de inicio ha de ser todos los días y en fase de mantenimiento, tres veces a la semana durante 3-6 años. Siempre conviene consultar al médico cuál es la más indicada para nuestro hijo.
Las recomendaciones para evitar la alergia a los ácaros incluyen toda la casa y, sobre todo, en los cuartos de los chicos. Hay que evitar objetos que acumulen polvo como alfombras, peluches, libros, cortinas pesadas, muebles tapizados, almohadones, papel pintado y adornos en las estanterías. Además, son preferibles las paredes lisas y lavables, los suelos lavables, los muñecos de plástico.. Se aconseja el uso de colchones de esponja, de látex o de viscoelástica o sino, colocarles funda antiácaros. Lo mismo para con la almohada. Conviene limpiar el colchón periódicamente con aspirador y ventilarlo en forma diaria. Con cierta periodicidad se deben exponer al sol (elimina los ácaros). La ropa de cama es mejor que sea sintética (nunca de plumas o de lana), y apta para lavar a altas temperaturas. No levantar polvo a barrer (mejor aspirar con un aparato con filtro HEPA) y utilizar paños húmedos para limpiar el polvo de los muebles. El aire acondicionado y la calefacción resecan el ambiente. En estos casos, son adecuados, pero hay que limpiar bien sus filtros regularmente
Para disminuir los síntomas de las alergias en los hogares, se recomienda:
Ventilar la casa en las mañanas
Cerrar ventanas en la tarde
Evitar humedad en ambiente
Uso de anteojos para la conjuntivitis
Sacudir la ropa tendida antes de guardarla
Bañarse después de estar en contacto con el polen
No tenderse en el pasto, ni estar donde cortan césped
Evitar objetos que acumulen polvo en los dormitorios
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