La preocupación por la imágen corporal en los niños

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Todos sabemos de la preocupación creciente que comparten los adolescentes sobre su físico. Pero quizá esta tendencia esté calando a edades más tempranas de lo que imaginamos: cada vez es mayor el número de niños preocupados por su imagen corporal. Cuando llegamos a la pubertad, nos hacemos más conscientes de nuestra propia imagen y comenzamos a preocuparnos por cómo nos vemos físicamente. Todos los padres están, de forma natural, pendientes de la conducta de sus hijos cuando esta etapa se acerca, con el fin de proporcionarles una guía y evitar posibles complicaciones. Sin embargo, también deberíamos centrarnos y prestar atención en las generaciones más jóvenes. Diversos estudios han mostrado que los niños se encuentran cada vez más preocupados por estas cuestiones.

Un número significativo de niños menores de 7 años se encuentra a disgusto con su propia imagen corporal y considera que debería ser diferente. Además, para esta edad, uno de cada cuatro pequeños ha seguido algún tipo de dieta. Cada vez son más los pequeños/as insatisfechos con su imagen y con un alto nivel de ansiedad por cumplir los cánones sociales de belleza. A pesar de que esta preocupación es mayor en las niñas, afecta a ambos sexos.

Es entre los cinco y los nueve años cuando se empieza a fundamentar la imagen que el niño tiene de sí mismo. El autoconcepto, o autoimagen, es la idea que el niño tiene tanto de su cuerpo como de su personalidad, y puede convertirse tanto en un factor de riesgo como de protección según esté construido. Un niño con un concepto elevado de sí mismo será menos vulnerable a las influencias externas y a las opiniones ajenas. Si ha aprendido a conocerse, quererse y aceptarse en sus cimientos, es más difícil que la sociedad pueda hacer tambalear su autoconcepto. Por otro lado, un niño con una imagen pobre y frágil de sí, será más propenso a regirse por la aprobación exterior y a basar su valía en lo que opinen los demás de él. Además, tendrá un mayor riesgo de no aceptar sus defectos ni valorar sus virtudes, sino que sentirá la necesidad de buscar la perfección.

En la formación de este autoconcepto intervienen diversos factores de gran importancia:

  • Su entorno más cercano. Como siempre, las personas más allegadas del niño son las que suelen tener una mayor influencia en su vida. Si el pequeño ve a las personas de su entorno excesivamente preocupados por la imagen corporal, interiorizará dicha preocupación. Si observa a su madre haciendo comentarios negativos sobre su propio cuerpo o haciendo comentarios respecto al físico del niño, adquirirá las mismas creencias.
  • Los medios de comunicación y las redes sociales. Ambos constituyen fuentes de influencia muy relevantes. Mediante los medios nos vemos bombardeados (adultos y niños) con imágenes de personas “irreales”, retocadas e inalcanzables. Sin embargo, son estos los cánones a los que se nos dice debemos aspirar. Dichos cuerpos perfectos generan una gran frustración en los más pequeños ya que no encajan en ese “ideal” y les hace sentir inadecuados.
  • Los juguetes. Incluso los muñecos de acción o las archi famosas barbies, constituyen un modelo poco realista y nada sano para los pequeños, mostrando unas medidas imposibles, tanto para las niñas como para los niños.

La clave es la prevención

Como se comentó anteriormente, la influencia no será igual para todos los niños. Será especialmente para ese sector más vulnerable que estos factores podrían llevar a consecuencias tan serias como un trastorno de la alimentación. Por eso, es imprescindible trabajar en crear en nuestros hijos e hijas un autoconcepto saludable desde los 3 años. Debemos hacer hincapié en la salud en lugar del aspecto, incentivar lo que significa la belleza de la diversidad y actuar como modelos que aman y aceptan su cuerpo. También, es necesario que elijamos juegos y entretenimientos que muestren personajes realistas y hasta aquellos que cuestionen los estereotipos, así como cuestionarlos nosotros mismos cada vez que tengamos la oportunidad. Por último, es primordial prestar atención a las conductas de nuestros hijos. Si los vemos excesivamente pendientes de su imagen o la de otros, si se muestran críticos o despectivos con la imagen de alguien o si dejan de hacer ciertas actividades por sentirse inseguros con su cuerpo, quizá sería momento de buscar algún tipo de orientación profesional.

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