Se trata de una enfermedad no contagiosa y bastante rara en la que los vasos sanguíneos se inflaman, y esto podría debilitar las arterias que suministran sangre al corazón, que generalmente afecta a chicos menores de 5 años (la edad promedio de afecciones se da alrededor de los 2 y 3 años). Detectada a tiempo y con el tratamiento adecuado los niños logran recuperarse sin tener secuelas de la misma. Sin el tratamiento correspondiente puede causar daños permanentes en el corazón y, en casos raros, insuficiencia cardíaca. Además, es más común en varones (duplican al nro de nenas), de ascendencia japonesa o coreana, pero puede aparecer en cualquier grupo étnico.
En Japón, país dónde la enfermedad es más frecuente, padecen la enfermedad 90 de cada 100.000 niños y es una de las principales causas de enfermedad cardíaca adquirida en niños. Entre el 15% y el 25% de los niños afectados por esta enfermedad podrían tener problemas cardíacos, especialmente, en las arterias coronarias.
Lamentablemente, la causa sigue siendo un misterio, aunque se sospecha que está provocada por virus, bacterias y la genética que predispone a desarrollar la enfermedad (más frecuente en asiáticos). Algunos investigadores creen que la enfermedad puede estar relacionada directamente con factores medioambientales (polvo asiático como posible causante) , que se dan en mayor medida en los países más afectados, como Japón. Con lo que no existiría una única causa establecida.
Los síntomas son muy característicos y aparecen en fases: el primer y principal síntoma es la fiebre (39ºC – 102ºF o más) que persiste durante 5 o más días, palmas de las manos y plantas de los pies rojas e inflamadas, dolor de garganta y ganglios linfáticos inflamados, erupción en alguna parte del cuerpo, generalmente en el tronco (en los bebés menores de seis meses es más grave en la zona del pañal), ojos muy rojos e inflamados, labios secos y agrietados. Además, la lengua puede hincharse, presentar un revestimiento blanco y bultos rojos (se la conoce como “lengua de fresa”), irritabilidad y apatía. Si la enfermedad no es tratada pueden aparecer síntomas secundarios en una segunda fase: descamación de la piel, dolor abdominal, diarrea, vómitos y dolor en las articulaciones.
Es importante acudir al médico si el niño presenta los síntomas mencionados anteriormente. Cuanto antes comience el tratamiento, menor será el riesgo de complicaciones cardíacas. Para realizar el diagnóstico es necesario que se presenten algunos de los síntomas mencionados. El tratamiento debe comenzar tan pronto como la enfermedad de Kawasaki es diagnosticada. Preferiblemente dentro de los diez días posteriores a la aparición de los primeros síntomas. El niño deberá ser hospitalizado para recibir el tratamiento que consiste en una mezcla de anticuerpos con dosis altas de aspirina para combatir la inflamación.
Por otro lado, el médico puede realizar algunas pruebas que pueden incluir:
- Electrocardiograma: registra la actividad eléctrica del corazón, los ritmos anormales y detecta el daño en el miocardio.
- Ecocardiograma: evalúa la estructura y función del corazón.
- Radiografía: se utiliza rayos X para obtener una imagen de los tejidos internos, huesos y órganos.
- Hemograma: mide el tamaño, número y madurez de las células sanguíneas.
- Velocidad de sedimentación globular: mide la rapidez con la que los glóbulos rojos caen en el fondo de un tubo de ensayo.
- Análisis de orina: se buscan proteínas, glóbulos rojos y blancos.
Una vez la fiebre y otros síntomas desaparecen, los niños deberán continuar tomando dosis más bajas de aspirina durante varias semanas y se recomienda que los niños que han sufrido la enfermedad, deberán llevar un seguimiento, una ecocardiografía cada 1 o 2 años, con el fin de detectar posibles complicaciones cardíacas. Esta enfermedad puede debilitar la pared de las arterias, ocasionando protuberancias o globos en las mismas. Cuando esto sucede, se denomina aneurisma. Cuando el miocardio se irrita e inflama, el ritmo cardíaco puede ser irregular, es lo que se conoce como arritmia.
En la mayoría de los casos, los efectos sobre el corazón son transitorios. Sin embargo, en ocasiones los problemas en las arterias coronarias persisten durante período más prolongados. Los síntomas pueden controlarse si se detectan pronto. Después de comenzar el tratamiento, los síntomas comienzan a remitir a los dos días.