Investigaciones recientes han llegado a la conclusión de que los niños deben dormir en la cama con la mamá hasta los 3 años de edad.
Para muchos, esta “novedad”, avalada por científicos y diversos estudios, deben de haberlos dejado con la boca abierta. Es cierto que la noticia sorprende. Por lo general, los papás suelen tener a su bebé recién nacido en su mismo cuarto (pero incluso durmiendo en su propia cuna, por los riesgos que pueden existir dormir con un bebé tan chiquito en la misma cama) , hasta los 3 o máximo 6 meses de edad.
Sin embargo, la experiencia de mantenerse abrazados y protegidos durante las noches, conectados en todo momento con su figura de apego, es fundamental para crecer física y emocionalmente fuertes.
Bebés en la misma cama que los papás
Quienes desaconsejan el colecho se basan fundamentalmente en el riesgo de asfixia y muerte súbita a las que se exponen los bebés; sin embargo, las estadísticas refieren que la mayoría de las muertes en las primeras edades, más que al colecho mismo, se deben a negligencias. Haber ingerido estupefacientes y bebidas alcohólicas en horas previas al sueño, o usar almohadones abultados de gran tamaño, son 2 de los principales desencadenantes de un final muy traumático.
El colecho mejora el desarrollo neuronal de los bebés porque los dota de una mejor aceptación y adaptación al medio que les rodea, y también les brinda una mejor capacidad de respuesta ante los diversos estímulos que reciben. Los niños que duermen con sus madres tienen menos interrupciones en sus ciclos de sueño que aquellos que se quedan solitos en sus cunas y se despiertan constantemente buscando compañía. Esta regularidad, es vital para el desarrollo completo de sus órganos, incluyendo su cerebro.
Dormir en la cama de mamá, siempre y cuando se tomen todas las medidas pertinentes y se reduzcan los riesgos, es una experiencia única que todos deberían probar. Madres y bebés no deberían perder la oportunidad de nutrirse de los beneficios emocionales de una práctica que nació con el hombre mismo.
Para que dormir con mamá y/o papá sea seguro, Organismos como la OMS y UNICEF, establecen una serie de precauciones a tomar por los padres antes y después de acostar al niño a dormir con ellos.
La separación de mamá es una nueva condición que los bebés deben aprender sin apuro. No hay que forzarlos a estar lejos de quien por 40 semanas o más los mantuvo en su útero y les proveyó oxígeno, alimento y protección y, quien ahora, con algunas diferencias, también los cuida y les da de comer. Cuando este lazo de afecto y dependencia intenta romperse de manera brusca, genera ansiedad y miedo: estados que provocan daños irreversibles que pueden arrastrarse hasta la adultez.
¿Qué sucede cuando ya no son bebés?
En la actualidad, son muchos los chicos que experimentan ansiedad ante la usual prisa de sus papás, las exigencias de todo tipo, o el poco tiempo que se encuentran con sus progenitores. El estrés infantil generado por diversos contextos cotidianos, comunes en los tiempos actuales, incapacita a los niños a aprender y crecer con herramientas de autocontrol que les permitan ofrecer una respuesta temprana ante los eventos estresantes que se le presenten en el futuro. Sin embargo, aquellos pequeños/as que en las noches duermen con mamá, aun cuando por el día se vean sometidos a situaciones como estas, suelen estresarse mucho menos que los pequeños que pasan por experiencias similares, pero que en las noches, se acuestan solos en sus propias camas y de manera forzada u obligada, no porque ellos lo decidan.
Los pequeños que comparten la cama de sus padres concilian mejor el sueño, descansan y amanecen más relajados. En cambio, aquellos que se ven forzados a acostarse en una habitación diferente, aunque sea su propio cuarto en el cual juegan durante el día, son proclives a desarrollar problemas de conducta tanto en la niñez como en la adultez. La realidad es que el dormir en la cama con papá y mamá aumenta la autoestima, los hace más resilientes, empáticos y, les permite formarse para ser bien independientes en un futuro cercano.
Por otra parte, si bien la edad fue establecida hasta los 3 años, no son pocos los chicos que con 8 años suelen pasarse a la cama de sus papás durante la noche. Y, ciertamente, en lugar de llevarlos a sus camas, hay que dejarlos. Seguramente, ellos estén pasando por algún momento de estrés o necesiten sentir mayor protección de su mamá o de su papá cuando llega la oscuridad. No existe chico de 15 años que suela dormir con sus papás, asique, lejos de preocuparse, hay que relajarse. Cada niño tiene sus propios tiempos, y su propio ritmo para asimilar conocimientos y también para madurar emocionalmente. Presionarlos sólo ocasionará que de más grandes tengan diversos problemas de inseguridad, baja autoestima, problemas para lidiar con frustraciones, etc.
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