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Muchos hombres no dudan ante la posibilidad de presenciar el parto y compartir ese momento tan especial de la llegada de su hijo con su mujer. Sin embargo, hay otros que prefieren no participar de ese momento, por más especial que sea, porque no se sienten cómodos y hasta tienen muchos temores.
Habitualmente, los médicos aconsejan que el papá/marido esté en la sala de partos y que viva lo más cerca posible ese momento irrepetible. Pero, muhos hombres no desean presenciar el nacimiento de sus hijos porque temen que el acontecimiento vaya a deserotizarlos en el futuro y que luego se les dificulte volver a retomar las relaciones sexuales con su mujer. Hay varios motivos que suelen comentar como desde la impresión que les causa ver salir al bebé hasta el cambio inconsciente que se genera en sus mentes respecto de la función del cuerpo de la mujer. Para el hombre, el cuerpo de la mujer es un cuerpo erótico y está relacionado con el placer. Cuando aparecen sangre, dolor, médicos y enfermeras, eso deja de ser un cuerpo erótico y algunos pueden metabolizar la situación con el tiempo y a otros les queda cierto rechazo. Son procesos inconscientes que dependen de la fortaleza psíquica del hombre. La mujer ya nace con cierta preparación maternal. Además de la impresión, hay otros factores que entran en juego. Al presenciar el momento en que el niño nace, el hombre comprueba que la vagina tiene otra función además del sexo, entonces puede sentirse incómodo o con impresión porque si su hijo tocó esa vagina, él ya no quiere o no puede hacerlo más. Para los especialistas, asistir al curso de preparto es fundamental. De esta manera, el impacto puede disminuir y se tienen todas las herramientas para decidir, con conocimiento de causa, si uno quiere exponerse a esa situación. En el parto, la función del hombre es de apoyo, tiene que tener la capacidad de quedarse ahí sabiendo que con su sola presencia está colaborando, más no puede hacer. Hay algunos que no se bancan estar tanto tiempo en ese rol secundario, se sienten mal, se desmayan o hasta se duermen para evadirse. También hay algunas mujeres que no los quieren presentes en esos momentos. Dicen que las ponen nerviosas, pero muchas veces esto es sólo una excusa porque en realidad quieren vivirlo ellas solas. Las mujeres también sufren las consecuencias de convertirse en algo más que sólo mujeres: en madres. La intimidad es uno de los campos que se ve más afectado. Incluso, hay mujeres que no quieren sacarse leche delante de sus parejas porque eso las deserotiza e incomoda tanto a ellas como a ellos. Hay ciertas situaciones que conviene mantener en privado, son sólo nuestras y no es necesario compartirlas.Todo tiene solución y, la llave que abre la puerta del retorno al buen sexo es la comunicación. Lo que la pareja tiene que saber es que luego del nacimiento de un hijo, la intimidad tiene que repactarse. De todos modos, a no desesperarse porque la naturaleza es sabia y la famosa cuarentena parece ser la solución a cualquier problema que haya podido surgir durante el nacimiento del bebé. El tiempo del posparto, en el que las partes íntimas de la mujer todavía no sanaron y su cabeza está preocupada por el hijo, también es útil para que el hombre se acostumbre a la nueva persona que llega a sus vidas y acepte a su mujer como madre, pueda verla en una faceta diferente y procesar las imágenes del parto que puedan haber dejado secuelas. Sirve para restablecer su imagen y adaptarse a la idea de que ambos se han convertido en padres.