El correcto funcionamiento del aparato reproductor femenino es clave en la capacidad reproductiva de la mujer. Es la estructura anatómica que hace posible la fecundación, gestación y nacimiento de un hijo de la mujer. Todo este sistema se encuentra localizado en la pelvis y comprende aquellos órganos que participan en la reproducción.
Las principales funciones de este sistema son: producir las células reproductivas, permitir la fecundación, proteger y nutrir la célula fecundada hasta que alcance su pleno desarrollo y dar a luz a un nuevo ser.
La zona externa del aparato reproductor femenino se llama vulva, palabra que significa “cubierta”. Se encuentra ubicada en la entrepierna y su principal función es la de proteger el orificio de la vagina y, a su vez, los órganos reproductivos internos.
Los órganos externos del aparato reproductor femenino ubicados en la vulva son los siguientes:
- Monte de venus. Es un tejido blando y graso que está sobre la pelvis y cumple el papel de proteger los órganos internos. Se cubre de vello durante la pubertad.
- Labios mayores. Son dos pliegues de piel, en forma de labios, que limitan a la vulva exteriormente. El espacio que hay entre los dos se llama hendidura vulvar. Evitan el ingreso de bacterias al aparato reproductor femenino.
- Labios menores. Están dentro de los labios mayores y son semejantes a estos, pero de menor tamaño. Rodean el orificio de la vagina o introito. Mantienen la temperatura y evitan el ingreso de partículas extrañas.
- Clítoris. Es un órgano compuesto por 8.000 terminaciones nerviosas. Comienza en los labios menores y luego se bifurca en dos cuerpos cavernosos dentro de la vagina. Su función es la de generar placer durante la relación sexual.
- Meato urinario. Es un orificio por donde sale la orina. Conforma la sección externa de la uretra. Se ubica entre el clítoris y el orificio vaginal.
- Himen. Es una membrana que se ubica en la entrada de la vagina y la protege. Generalmente se rompe durante la primera relación sexual o como resultado de actividades rutinarias.
- Horquilla vulvar. Se llama así al punto en donde se unen los labios mayores y los labios menores.
- Perineo. Está entre el pubis y el coxis y tiene como función proteger la vejiga, el recto y el aparato reproductor.
Entre los órganos internos encontramos los siguientes:
- Vagina. Es un tejido muscular en forma de tubo que comunica el útero con el exterior. Es elástico y termina en un orificio llamado introito. Une la vulva con los órganos reproductivos internos.
- Trompas de Falopio. Tienen forma de tubos y comunican el útero con los ovarios. Su función es la de conducir los óvulos, o células reproductivas, desde el ovario hasta el útero.
- Ovarios. Son dos órganos del tamaño de una almendra cuya función es producir un óvulo, o célula reproductiva, cada 28 días aproximadamente. También, producen las hormonas sexuales.
- Útero. Se trata de un órgano hueco y musculoso que está localizado entre la vagina y las trompas de Falopio. En él tiene lugar la gestación. Tiene tres capas: endometrio, músculos lisos y tejido elástico.
El funcionamiento del aparato reproductor
Al nacer, una mujer tiene cientos de miles de ovocitos o células reproductivas dentro de sus ovarios. Gracias a la producción de hormonas sexuales, a partir de la pubertad se inicia el ciclo menstrual. En este, una vez al mes se libera un ovocito. Si este es fecundado, permanece en el útero y comienza la formación de un nuevo ser. Si el ovocito no es fecundado, se seca y abandona el cuerpo unas dos semanas después de haber sido liberado del ovario. Lo hace a través del útero. Sale al exterior junto con sangre y tejidos internos que recubren este órgano. A ese proceso se lo denomina menstruación. La primera vez que ocurre se llama menarca.
Cuando un espermatozoide fecunda el ovocito se forma el cigoto, que es la unión de las dos células. Luego se conforma el blastocito, que es como una bola de células con líquido en su interior. Este anida en el endometrio, una de las capas del útero. Las hormonas sexuales facilitan y consolidan este proceso. El resultado final es la implantación. Más adelante se forma el embrión y luego el feto. Este flota en el líquido amniótico. Respira y se alimenta a través de la placenta. La placenta se comunica con el feto gracias al cordón umbilical. Tras nueve meses de gestación, el cuello uterino se dilata y las paredes generan contracciones que empujan al bebé hacia el exterior. En este punto nace el bebé.