El cerebro cambia con el embarazo. Dar a luz es una de las experiencias más empoderantes para una mujer, en la cual tanto la fisionomía, las emociones, como el cuerpo de una madre cambian durante y después del embarazo. Los resultados proveen transformaciones de actitud a nivel intra e interpersonalmente.
Por lo que, a la hora en que una mujer entra en proceso de parto, su estructura cerebral se altera: la materia gris se vuelve más concentrada, incrementa la actividad en regiones que controlan la empatía, la ansiedad y la interacción social, aumenta la cantidad de hormonas como la oxitocina (la hormona del amor y la protección), entre otros. Estos cambios traen, en consecuencia, cambios en las actitudes y sentimientos de la nueva madre, tales como la sensación de un amor abrumador, de protección fiera, de una preocupación constante, etcétera.
De acuerdo con investigadores, el mapeo del cerebro puede convertirse en la clave para comprender la experiencia de ansiedad y depresión en la maternidad temprana. De hecho, se estima que una de cada seis mujeres sufre de depresión y muchas otras desarrollan conductas compulsivas; incluso algunas madres reportan tener patrones sobre cosas que no pueden controlar.
Existen áreas cerebrales que se alteran durante la maternidad; tales como las regiones que encargadas de la regulación emocional, la empatía y la motivación. El área principal de estos cambios actitudinales es la amígdala, la cual se encarga del proceso de la memoria y las reacciones emocionales (como del miedo, la ansiedad y la agresión).
En un cerebro regular, la actividad amigdalina crece en semanas y meses después de dar a luz. Este crecimiento se encuentra correlacionado con el comportamiento de las madres, volviéndolas hipersensibles a las necesidades del bebé. Mientras que, siendo un coctel de hormonas, existen más receptores en la zona amigdalina, la cual ayuda a crear una retroalimentación positiva que motiva a la conducta maternal: en el afecto y la atención proporcionada al bebé. Por lo que el daño en la amígdala se encuentra asociado con altos niveles de depresión en las madres. Y, mucho de lo que sucede en el sistema amigdalino influye en la secreción de hormonas como la oxitocina. Se notan los cambios tanto a nivel hormonal como neuronal. Los niveles de oxitocina maternal (el sistema responsable del vínculo madre-hijo a lo largo de las especies mamíferas) incrementa dramáticamente durante el embarazo y el periodo de postparto. Por lo que, mientras más relacionada está la madre en el cuidado al infante, habrá un mayor nivel de oxitocina en el cuerpo.
No cabe duda que la mente humana es uno de los grandes misterios de la naturaleza; por lo que, al descubrir la influencia del sistema amigdalino en las actitudes maternales, podemos llegar a prevenir y contener situaciones de violencia así como de trastornos emocionales que pueden afectar en el desarrollo psicoafectivo y psicomotriz de cada individuo.
Fuente: http://www.mamanatural.tv/la-neurologia-del-amor-de-una-madre/