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El bruxismo en la infancia y adolescencia

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El bruxismo es un trastorno que sucede tanto en niños, como en adolescente y en adultos. Se trata del rechinido de los dientes, ese reflejo de apretar la dentadura mientras dormimos. En la población infantil, afecta a un 20%; en esas cifras también se halla la incidencia en embarazadas.

Se sabe que es una acción totalmente involuntaria, que no reviste mayor complejidad. Sin embargo, a los pequeños les puede provocar dolor de cabeza, oído, cuello y estructura mandibular. Y si bien nos pueda parecer que sus dientes van a romperse, esto no sucederá. Lo que sí puede generar es que, si el bruxismo se extiende en el tiempo, éste termina dañando el esmalte dental.

Cuando se produce por la noche, es más común en los niños y se conocen al menos dos tipos, que son los siguientes:

  • Bruxismo céntrico: es cuando se produce el apretamiento de la mandíbula. Es más frecuente que se observe de día, sobre todo en los niños, que no están conscientes de este hábito.
  • Bruxismo excéntrico: cuando ocurre el frotamiento de los dientes. Este se produce con la misma frecuencia de día que de noche.

Las causas del bruxismo pueden ser al menos dos: físicas y psicológicas.

  • Psicológicas: se relacionan al estrés o tensión emocional. Es frecuente entre los niños que sufren de hiperactividad o ansiedad. Por lo general estos niños, están nerviosos constantemente y se mueven de una actividad a otra. Mientras los niños están activos pueden apretar la mandíbula o frotar los dientes. Sin embargo, todo puede empeorar cuando se van a la cama. Cuando están dormidos, siguen con la misma energía, por lo cual pueden seguir presentando el bruxismo. Pese a ello, se conoce que la ansiedad es la causa más frecuente del bruxismo.
  • Físicas: nos referimos a que el bruxismo viene a ser un síntoma que acompaña al dolor en los oídos o la cabeza. También es común durante la dentición, cuando salen los primeros dientes ocuando se caen porque están cambiando los dientes de leche. Además, una nueva dentadura interfiere en la manera en que cierran la boca, debido a la nueva estructura dental.

El problema puede ser diagnosticado mediante un examen dental, cuando aún no lo hemos tomado en serio. Si fuera el caso, y el niño tuviera lesiones graves es necesario tratarlo específicamente. Si el niño necesita tratamiento dental, lo más grave podría ser afección en el músculo de la mandíbula. En estos casos se puede colocar una férula protectora, que impida la lesión permanente. Pese a ello, ante afecciones mínimas, no suele indicarse tratamiento dental. En cualquier caso, los especialistas suelen indicar tratamientos para aliviar la ansiedad.

También puede tratarse por medio de terapia antiestrés, en las que se sugiere la realización de actividades que los relajen y distraigan. La recomendación principal es canalizar su ansiedad y sobre todo, evitar que el niño se vaya a dormir ansioso, enfadado o triste. Asimismo, se aconseja calmar sus nervios y hacerlos menos conscientes de su problema, pues los vuelve más ansiosos.

El bruxismo en la adolescencia

El bruxismo en la adolescencia es uno de los trastornos más frecuentes. Suele afectar aproximadamente al 20% o 30% de los niños y adolescentes, aunque puede aparecer a cualquier edad. Algunos buenos hábitos son imprescindibles para evitar su aparición; una vez que aparece, puede eliminarse con un tratamiento adecuado prescripto por un especialista.

Una de las peores consecuencias del bruxismo en adolescntes es que los dientes pueden aflojarse. En casos muy graves, pueden llegar a pulverizarse o caerse. También puede desencadenar otros problemas de salud, como el síndrome de la articulación temporomandibular.

Existen ciertos síntomas que son claves para determinar si una persona sufre de bruxismo. En esta línea, el signo más evidente es el rechinar de los dientes mientras duerme. También amanecer con dolor de cabeza, facial e incluso de cuello.

El bruxismo en la adolescencia debe vigilarse con cuidado. Si no se toman las medidas pertinentes, puede convertirse en una condición que acompañe a la persona incluso hasta su vida adulta. Al igual que en la infancia, en muchas ocasiones está relacionada al estrés, la ansiedad y la falta de sueño adecuado.

Para que el especialista pueda determinar el tratamiento más adecuado, es necesario definir el origen del problema. En un primer lugar, se deben descartar enfermedades de índole neurológica, así como también otra clase de patología asociada. En una segunda fase del estudio, se deben estudiar otras causas como el estrés o los hábitos asociados al desarrollo de esta condición, tales como: morderse las uñas, consumo de chicles, entre otros.

Además del tratamiento indicado por el especialista, el adolescente deberá eliminar o, mínimamente, reducir todos aquellos hábitos que ayudan a la aparición del bruxismo. En cuanto al tratamiento como tal, el especialista podrá recetar algunos relajantes musculares, así como también analgésicos, por el tiempo que considere conveniente. Esto debe emplearse siempre bajo una estricta vigilancia.

Por otra parte, también se puede aplicar calor para relajar los músculos o indicar un tratamiento para mejorar la forma de morder; recetar férulas al momento de dormir también constituye una de las medidas más comunes.

En definitva, el bruxismo en los niños y adolescentes es mucho más común de lo que se cree. Lo más importante es determinar su origen y tomar las medidas necesarias para eliminar este hábito lo más rápido posible.