Para ejercer una buena labor como padres, es prioritario conocer en profundidad a nuestros pequeños. Estar al tanto de las diferencias entre niños tímidos e introvertidos nos ayudará enormemente a saber qué necesidades tiene nuestro hijo y cómo podemos ayudarlo.
Durante años, el significado de timidez se ha asociado coloquialmente a realidades muy distintas. Cuando vemos a un niño solo, alejado de sus compañeros, asumimos que es un chico tímido. Sin embargo, muchas veces esto no es así. La timidez y la introversión son confundidas muy a menudo porque las conductas que provocan son muy similares. En cambio, el estado emocional interno de un niño tímido y de uno introvertido son verdaderamente distintos.
La timidez es la tendencia a evitar las interacciones sociales por vergüenza o por miedo a que los demás me evalúen de forma negativa. Los niños tímidos se encuentran incómodos y ansiosos cuando se relacionan con los demás. Estos pequeños tienen poca confianza en sí mismos y, muchas veces, carecen de habilidades sociales. Por tanto, cuando se relacionan con los demás, suelen estar muy preocupados de sus propios actos; temen hacer el ridículo. Debido a todo esto, los niños tímidos evitan ser el centro de atención, sienten ansiedad al conocer gente nueva y les cuesta soltarse a hablar hasta que entran en confianza.
La introversión, por su parte, define a aquellos niños tranquilos, reservados e introspectivos. Estos pequeños muestran poco interés ante las personas y las situaciones nuevas y suelen ser distantes con otros niños, a menos que sean amigos íntimos. Estos niños no temen la interacción social, no tienen miedo de ser juzgados e incluso pueden tener unas muy buenas habilidades sociales. Lo que ocurre es que disfrutan de su propia compañía, se sienten más cómodos estando a solas. Pueden relacionarse sin problemas con otros niños y disfrutar de esa interacción. Sin embargo, es posible que después de un tiempo se sientan sobreestimulados y deseen estar a solas, pues es su forma de recargar energías.
Tanto la timidez como la introversión hacen que los niños tiendan a mantenerse al margen de sus compañeros. En ambos casos, evitarán las multitudes y las personas y situaciones novedosas. Pero cada grupo lo hará por su propio motivo.
Es importante diferenciar el continuo ‘introversión-extraversión’ del continuo ‘timidez-decisión’. El primero nos habla de si la persona se siente más enérgica, cómoda y vital a solas o en compañía de otros. El segundo define si la persona siente o no ansiedad al relacionarse. Por lo tanto, un niño puede ser tímido e introvertido a la vez. Pero también es completamente posible que sea tímido pero extrovertido. O que sea introvertido pero decidido. Son dos categorías independientes.
La introversión es un rasgo más de la personalidad que no supone ningún problema. El niño introvertido es feliz pasando tiempo a solas y es totalmente respetable. Tendrá pocas amistades pero estas serán de calidad y, además, tendrá un mundo interno muy rico y curioso. Por el contrario, la timidez sí supone, en muchos casos, una fuente de infelicidad para el niño. Tener que relacionarse le genera ansiedad y le impide gozar de tantas amistades como desearía. Para ayudarlo, es recomendable mostrarnos como modelos de conducta social, que pueda ver cómo nos relacionamos y aprender de nosotros. También, es positivo proporcionar al niño diferentes ambientes sociales en los que pueda practicar. Pero, sobre todo, si la timidez limita su vida de una forma importante, el mejor recurso será buscar ayuda profesional y , entonces realizar consultas con un psicólogo/a infantil.
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