Si no estamos pendientes, porque no tendrán límites; si estamos muy encima, porque no les dejamos respirar… ¿Cómo hacerlo bien? Es decir, ¿hay una manera de hacerlo bien? El caso es que no creo que haya respuesta única y tal vez haya que encontrar nuestro propio equilibrio, nuestra mejor manera de funcionar como padres, como familia. La denominada “hipercrianza” o “hiperpaternidad” podría definirse como una atención excesiva a los hijos, a su desarrollo y su manera de relacionarse con el entorno, con las personas, incluso dirigiendo esos procesos en exceso. En pocas palabras, son padres y madres muy involucrados en la vida de los niños, a todos los niveles (académico, deportivo, social…)
Dentro de ese modo de ejercer la maternidad y paternidad, hay distintos estilos. Esta manera de criar a los hijos puede aumentar el riesgo de falta de actividad física en ellos. Son varios los estilos de crianza que pueden llegar a ser “hiperimplicados” que favorecen que los niños disminuyan su actividad física. Los hijos de estas familias, según los datos de una investigación, pasan menos tiempo al aire libre, hacen menos deporte después de la escuela, tiene menos probabilidades de ir a jugar a casas de amigos o compañeros, a los parques y zonas de juegos que los niños con padres menos involucrados.
Parece que se buscar hacer lo mejor posible (de hecho, en algunos aspectos creo que así será, ya que se pasa más tiempo y se les dedica más atención) pero la perfección no existe y parece que una de las desventajas de estar tan pendientes de los peques es que su salud puede verse afectada de algún modo.
Existen 4 principales estilos de crianza de los hijos:
Todos estos tipos de padres podrían estar más o menos pendientes de sus hijos (aunque, por el estilo de cada uno, vemos que más bien estarán bastante encima de ellos; de hecho, solo un 6% puntuaban bajo en la “hiper crianza”). Estudios clasifican la “hipercrianza” en cinco categorías de menor a mayor. Los niños más activos tenían padres las puntuaciones inferiores a la media en los cuatro estilos, mientras que los menos activos tenían padres con alta “hiperpaternidad”. La diferencia entre los niños de ambos extremos podía llegar a ser la equivalente a unas 20 sesiones de actividad física a la semana.
El “Pequeño emperador”, la “Madre Tigre” y el “Cultivo Concertado” se asociaron a la actividad física menor en los niños. Como es lógico, es más sencillo encontrar diferencias si hay niños mucho más “controlados” que otros. Parece que los cuatro modelos definidos en los estudios tienden a la exigencia, sobreprotección y control de los hijos. En este sentido, sí es significativo que casi en todos haya un descenso de la actividad física de los niños cuanto mayor es la implicación de los padres.
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