La depresión post-adopción tiene aspectos similares a la denominada “depresión post-parto”. Sucede luego de tener contacto con ese nuevo miembro que se incorpora a la familia y que requiere de todos nuestros cuidados y nuestra atención. Sin embargo, por algún motivo, nos sentimos incapaces de llevar a cabo todo esto. La depresión postadopción es habitual y puede hacer que uno se sienta incomprendido o culpable porque las expectativas que se tenían eran otras.
Cuando la depresión surge tras adoptar a un hijo, es factible que muchos papás no sepan cómo actuar. Se encuentran perdidos, desorientados y, ante todo, incomprendidos. Deseaban con ansias tener ese niño o niña pero, a pesar de haber tenido éxito, les invade una trsiteza enorme y se sienten incapaces para cuidarlo/a.
Aunque, en un principio, no podamos comprender este tipo de depresión, lo cierto es que entre sus causas están las expectativas sobre lo que supone adoptar. Hay múltiples creencias que pueden actuar sobre esta decisión y, aunque pensemos que no nos influyen en un principio, en realidad sí lo hacen. Antes de tener un hijo, todos fantaseamos con determinadas expectativas sobre cómo vamos a educar a nuestros hijos y cómo vamos a ser como padres. Pero, en el momento de la verdad, todas ellas pueden venirse abajo. Creíamos que no íbamos a perder el control, y lo perdemos; pensábamos que sabríamos dominar los caprichos y enojos del niño, pero no somos capaces. Todas esas altas expectativas hacen que nos vengamos abajo cuando la realidad se hace presente y nada sucede como lo habíamos imaginado.
Las expectativas que podemos tener con los hijos pueden hacer que los imaginemos como niños saludables en todos los aspectos. Seguro que se comportarán bien, que atenderán a lo que nosotros les digamos, que no tendrán ningún tipo de problema que no se pueda resolver. Sin embargo, puede suceder que el niño adoptado tenga algún tipo de carencia y esto cause problemas en su comportamiento. También, que tenga alguna dificultad para vincularse con nosotros o, incluso, que descubramos que tiene algún tipo de retraso.
Lo que piensa nuestra familia y nuestros amigos sobre la adopción es muy importante. Muchas personas creen que es mejor tener un hijo de uno mismo, otras consideran que todos los hijos adoptados vienen con problemas. En definitiva, estas son creencias que tienen los demás y que nos influyen de alguna u otra manera. Dependiendo de las opiniones que nuestro entorno tenga con respecto a las adopciones, seremos más susceptibles o no de sufrir la depresión post-adopción.
También, podemos encontrarnos con juicios de otras personas que critican nuestra decisión. Puede que los niños le digan al nuestro en el colegio frases como: “entonces tus papás, no lo son realmente” o “no tenés una familia de sangre, bien verdadera”. Todo esto puede ponernos los pelos de punta, indignarnos y, hacer que salga una parte de nosotros que realmente no nos gusta para nada. Nos sentiremos incomprendidos y con una gran falta de apoyo. Sin embargo, centrarnos en esto en esto no ayuda en lo absoluto y lo mejor es enfocarse en varias estrategias para afrontar este tipo de depresión.
Todas las circunstancias mencionadas anteriormente, pueden apabullarnos y dejarnos deprimidos si no logramos ser capaces de afrontarlas con serenidad.
Hay algunas estrategias que pueden sernos de gran ayuda:
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