En la actualidad, 22 millones de personas en el mundo viven con diabetes, casi 3 millones de ellos viven en Argentina. La OMS estima que esta cifra se duplicará para el año 2030. La prevalencia de la enfermedad continúa aumentando en forma global en todos los grupos etarios, pero entre los niños llama la atención la incidencia sobre todo en los más pequeños.
Diabetes Tipo 1
Es aquella situación en la que los niveles de azúcar (o glucosa) en la sangre están aumentados. A la glucosa que circula por la sangre se le llama glucemia. La glucosa es la principal fuente de energía para el cuerpo humano. Para entrar dentro de las células y ser utilizada como energía, la glucosa necesita la mediación de la insulina. La diabetes Tipo 1 se caracteriza por la destrucción selectiva de las células beta del páncreas causando deficiencia absoluta de insulina. Se declara a temprana edad, es crónica, y requiere de un tratamiento que incluye alimentación saludable, actividad física regular y aplicación de insulina en forma diaria.
Se caracteriza por la deficiencia absoluta de la secreción de insulina secundaria a la destrucción autoinmune de las células ß del páncreas es la forma más frecuente en la infancia.. Este tipo de diabetes es causada por la intercurrencia de factores genéticos y medioambientales. Aún no se disponen de recursos para prevenir su aparición ni de tratamientos eficaces para su curación, pero día a día mejoran las herramientas para su control y para la administración sustitutiva adecuada de la insulina. Sin embargo, asociado a la epidemia de obesidad y sedentarismo, surge el aumento de la frecuencia de la diabetes tipo 2 en los niños, antes casi patrimonio exclusivo de los adultos. Aunque también requiere de la participación de la predisposición genética (causa no modificable), hay maneras de impedir que siga propagándose su prevalencia a tan gran velocidad con estrategias dirigidas a prevenir el sobrepeso, estimular la actividad física y disminuir el sedentarismo.
Los primeros años de la vida son determinantes para la adquisición de hábitos saludables para el resto de la vida. Se puede empezar por estos siete tips:
Los niños y jóvenes con diabetes Tipo 1 (la que se declara a temprana edad), no se diferencian, en sus hábitos, de los que no fueron diagnosticados con esta dolencia crónica. La calidad de vida de ellos es saludable, dado el incremento de la información y el avance de los tratamientos científicos. Si bien encontrarse con la noticia es un shock para los pequeños y para el entorno familiar, rápidamente y con buen asesoramiento, todo vuelve a su normalidad, aún más, con los horizontes de salud, sociabilidad, vínculos afectivos y educacionales dinamizados. Actualmente, un niño que desarrolla diabetes Tipo 1 logra una muy buena calidad de vida. Puede concurrir al colegio, realizar excursiones, irse de viaje, practicar deportes, asistir a cumpleaños, es decir, realizar las mismas actividades que cualquiera. Para ello es necesario que el chico y la familia tengan acceso a la insulina, realicen el monitoreo de glucemia y sostengan una alimentación adecuada. Es muy importante la educación y el acompañamiento del equipo profesional desde el momento del debut y en forma permanente.
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