La adolescencia es una época compleja de la vida, dominada por las hormonas y los grandes cambios físicos y psicológicos. La incursión en la dinámica social puede ser un poco dramática cuando aparecen los complejos en la adolescencia. Los complejos tienen que ver también con factores emocionales. A los bruscos cambios en el aspecto corporal, se suma el factor psicológico de la inseguridad. Todo esto está además estimulado por los medios de comunicación, que venden la imagen a los jóvenes de un canon de perfección física. Los chicos y las chicas en esa edad son muy sensibles a las exigencias familiares, mediáticas y sociales. Los medios audiovisuales venden a los jóvenes actuales un ideal de aspecto físico que puede ser inalcanzable, irreal e incluso peligroso. Estas variables, al juntarse con sus propias expectativas, genera en ellos un sentimiento de dudas, temores e inquietudes de todo tipo.
En las chicas en particular, se vuelve una cuestión muy importante el peso corporal, entre otras cosas por la extrema delgadez que ostentan los famosos en dichos medios. Por parte de los chicos, es una fuerte aspiración alcanzar una musculatura coherente con las exigencias mediáticas. Además, el tipo de rostro deseado exhibe una nariz pequeña, dientes perfectos y blancos y una piel lozana. Se convence a los jóvenes de que hay un aspecto “sexy” que conseguir para “ser alguien”. Siguen en este orden de cualidades la estatura y la vestimenta, muy dirigidas por el mundo de la farándula y la publicidad. Por todo ello, las características físicas no coherentes con ese canon son motivo de gran preocupación para quienes están pasando por la adolescencia. Es normal que el adolescente sea individualista, pues en esa etapa de la vida se está afianzando su personalidad. Su mente se está preparando para ejercer la independencia y para la construcción de su futuro.
Los padres y educadores deben estar muy atentos al comportamiento de los adolescentes. Su preocupación por encajar en el modelo físico descrito puede llegar al extremo de producirles gran frustración y sufrimiento. Entre las señales típicas de que el adolescente está siendo afectado por complejos están la excesiva timidez, el mal humor, la agresividad, la tristeza y la apatía. El hecho de estar atentos a estos signos permitirá atender oportunamente el problema y acompañarlo con empatía en las transformaciones que está viviendo.
Las reacciones descriptas anteriormente podrían derivar en conductas muy perjudiciales e incluso en graves trastornos. Algunos de ellos son:
- Aislamiento social: la percepción negativa de sí mismo podría conducir al adolescente a un aislamiento enfermizo, privándose así de una interacción social saludable.
- Depresión: la sensación de no encajar en los parámetros impuestos por el entorno desemboca en depresión. Hay muchas medidas adecuadas y oportunas que permiten evitarlo.
- Trastornos alimenticios: la anorexia y la bulimia son problemas que aparecen como respuesta al deseo de adquirir la ansiada delgadez. La exposición a los medios publicitarios, en detrimento de otros bienes culturales, ha favorecido este síntoma que padecen los adolescentes actualmente.
- Obsesiones o manías: la obsesión por cambiar los rasgos físicos indeseados deviene en conductas de autocorrección obsesivas, como practicarse numerosas cirugías estéticas. La mayoría de las veces son innecesarias e inconvenientes, ya que el cuerpo no ha alcanzado su plena madurez.
Cómo manejar los complejos en la adolescencia
Los complejos en la adolescencia están estrechamente vinculados con el grado de autoestima que tenga el joven. La presencia de una familia fuerte y unida, con buen nivel de conocimiento y comunicación es un factor que permite abordar asertivamente el problema.
El primer paso de los padres es reconocer que los chicos o chicas están pasando por una etapa muy turbulenta, difícil de sobrellevar. Hay que documentarse e informarse sobre ello para tomar las medidas más convenientes. Las decisiones reactivas características, como las punitivas o represivas, suelen empeorar la situación o hacer mayor daño al adolescente y su entorno. El apoyo familiar ayudará al adolescente a reconocer lo realmente importante en la vida; lo inducirá a aceptarse a sí mismo y a diferenciar lo verdadero de las expectativas irreales que producen esos complejos.
Por otra parte, buscar ayuda psicológica es un buen recurso ante la dificultad de manejar las situaciones producidas por la baja autoestima y el consecuente malestar. Finalmente, recuperar la salud y bienestar personal pasa por fortalecer la identidad del adolescente. Eso incluye acompañarlo en la tarea de recobrar los verdaderos valores y convencerlo de que la imagen física no lo es todo.