Con el paso del tiempo y, a lo largo de la historia, las posturas en las que las mujeres daban a luz han ido cambiando. Hoy en día, la más utilizada se llama LITOTOMÍA, y fue introducida en 1668 por el doctor François Mauriceau. En la misma, la mujer está acostada boca arriba, en posición supina y con las piernas elevadas. Estas, a su vez, suelen ser colocadas en soportes para evitar el movimiento.
Sin embargo, su uso está desaconsejado por diversos motivos. Muchos académicos y profesionales de la ginecología han realizado enormes críticas a la típica postura para dar a luz. A pesar de recibir tantas críticas, los fundamentos para su uso son 2:
Esta posición de parto tiene ciertos riesgos:
Considerando lo anterior, existe una gran variedad de posiciones para el parto que son menos riesgosas y naturales para la mujer que está dando a luz y, la elección de alguna de ellas dependerá de las preferencias y las necesidades específicas de cada una.
Incluye las posiciones de pie y de rodillas. Las principales ventajas son el uso de la fuerza de gravedad a favor del descenso del bebé y también la correcta alineación feto-pélvica. Además, no se comprimen los vasos sanguíneos principales. En consecuencia, no existe riesgo para el bebé y tampoco la madre sufrirá de hipertensión arterial. Las contracciones, en tanto, serán más intensas y efectivas, pero menos dolorosas. El punto en contra es que se disminuye el control sobre el pujo. Por lo tanto, si la expulsión se produce demasiado rápido, existe la posibilidad de desgarro. Asimismo, dificulta la asistencia de otra persona.
Puede ser en la cama, en el suelo, sobre una pelota o incluso en una silla, mirando hacia el respaldar. Presenta beneficios similares a la anterior en cuanto a gravedad y alineación. Cuando la cabeza del bebé sale, se debe adoptar otra postura porque el apoyo imposibilitaría su expulsión. Sin embargo, lo positivo de estar sentada es que permite la monitorización y la aplicación de la epidurial. Además, la mujer puede tomar descansos.
En esta posición, se relaja la zona lumbar y se favorece la circulación sanguínea en las piernas. Es buena en los casos de hipertensión o hipotensión, ya que no se presionan los vasos sanguíneos. Las contracciones son más largas pero también más efectivas. Se la considera una de las posiciones más efectivas, dado que permite el descanso de la mujer y reduce considerablemente el riesgo de lesiones perineales.
Generalmente se hace sobre una cama. Se debe dejar caer el peso del cuerpo sobre los talones, al tiempo que se separan las rodillas lo máximo posible y se juntan los dedos de los pies. Esto favorece la dilatación. Si bien hace el parto un poco más lento, la gravedad no presenta dificultades en esta posición. Además, permite una oxigenación óptima y quita las cargas sobre la espalda. Puede ser demasiado cansado para un parto largo, pero se puede utilizar una pelota para apoyar el tronco por momentos. Permite los masajes en la espalda.
Es necesario remarcar que no hay una posición perfecta. Lo ideal, en todo caso, es que la mujer tenga libertad para moverse y elegir lo que el cuerpo le pida en ese momento. Esto, sin embargo, es difícil porque casi que imposibilita la asistencia médica. Por lo tanto, se debe encontrar un punto medio en el que la mujer se sienta libre y también exista la posibilidad de ayudarla. Muchos hospitales están tomando medidas en este sentido; facilitan así la adopción de las mejores posiciones para el parto.
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