La ciencia ha evolucionado a pasos agigantados durante los últimos años. Cada vez las malformaciones del feto son menos comunes. Sin embargo, es importante la prevención de cualquier patología antes, durante y después del embarazo.
Las malformaciones del feto son anomalías congénitas. Con este nombre se define a los defectos de nacimiento, que pueden ser estructurales o funcionales. Suceden ocurrir durante la vida intrauterina y son detectadas durante la gravidez, en el parto o en cualquier momento de la vida extrauterina. En la actualidad, la mayoría de las mujeres embarazadas dan a luz a niños sanos. Esto es debido a los grandes adelantos médicos y a las políticas públicas de los países desarrollados. Gracias a ellos se ha logrado disminuir de forma considerable la incidencia de estas anomalías.
Las malformaciones congénitas son en muchos países la causa de mortalidad infantil, enfermedad crónica y discapacidad. Las discapacidades crónicas traen consigo un gran impacto en los afectados, sus familias, los sistemas de salud y la sociedad. De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, las malformaciones del feto representan 1 de cada 33 lactantes. Se estiman 3,2 millones de discapacidades anualmente. Resulta difícil señalar una causa específica para el 50% de las malformaciones del feto. Pero sí pueden señalarse factores predisponentes: factores socioeconómicos, ambientales y demográficos, factores genéticos, infecciones, el estado nutricional de la madre, etc.
La detección precoz de estas patologías por los métodos de diagnósticos utilizados durante el embarazo en los tiempos actuales es fundamental.
La detección de estos procesos patológicos se puede ejecutar en los siguientes tres períodos: El primero es el período preconceptivo, el segundo es el período conceptivo, incluye prácticas básicas de salud reproductiva, así como los test genéticos y consejería y, el el tercero es el período neonatal.
Un gran número de anomalías congénitas de tipo estructural pueden ser corregidas a través de intervenciones quirúrgicas pediátricas. Además pueden administrarse tratamientos de forma precoz a los niños con alteraciones funcionales. Es el caso de la talasemia y el hipotiroidismo congénito.
Las políticas de salud pública preventivas que se han ofrecido en los distintos niveles servicios de atención sanitaria son bastante eficientes. Estas han logrado disminuir la incidencia de las malformaciones fetales.
Algunas de estas medidas son:
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