Durante el embarazo, se desarrolla la placenta. Se trata de una masa que se adhiere al útero por su cara interna y que mide unos 25 cm de diámetro por unos 2.5 cm de grosor. Este órgano permite el intercambio de oxígeno y nutrientes entre la mamá y el bebé en gestación. La placenta se forma en la 2da semana de gestación. A fines del 3er trimestre, ésta se encuentra completamente formada y diferenciada, y va aumentando de tamaño con el pasar de los meses. Se origina a partir de componentes maternos y fetales. La membrana o mucosa uterina se transforma en la placa basal, formada por tejido embrionario y materno con vasos y glándulas uterinas. Está conformada por cientos de vasos sanguíneos entrelazados.
Sus funciones son:
- Encargarse de transportar y hacer circular la sangre de la madre y del feto
- Generar una producción de hormonas necesarias en el embarazo. Un ejemplo es la Gonadotrofina coriónica (HCG), la hormona que está encargada de posibilitar el temprano desarrollo del embarazo.
- Proteger al bebé del sistema inmunológico de la mamá. De esta manera, el organismo de la mujer no rechaza al nuevo ser que se está formando.
- Actuar como barrera o filtro que aísla al bebé de sustancias tóxicas, parásitos, virus y bacterias. No obstante, hay tóxicos que pueden traspasar esta barreta como el alcohol, la nicotina, medicamentos peligrosos para el feto y ciertas infecciones como toxoplasmosis y rubéola. Es por eso que, la mare igualmente debe tomar precauciones y cuidarse.
- Proveer un ambiente seguro para el bebé en gestación. La placenta, las membranas y el líquido amniótico garantizan un espacio estéril, cerrado y con una temperatura ideal para el bebé. Además, amortigua los golpes o movimientos bruscos.
- Permite a la mamá sentir a su bebé.