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Consejos para reforzar la confianza en los niños

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El niño inseguro es un niño miedoso, “no se atreve…”,  tiene temor al fracaso y a quedar en ridículo. Su autoestima es baja, se muestra retraído y con poca confianza en sí mismo tanto en su desarrollo emocional como en su interacción social.

Características de niños con alta autoestima:

  • Valora sus éxitos.
  • Desea mantener relaciones con los otros.
  • Toma iniciativas.
  • Afronta nuevos retos.
  • Es capaz de asumir responsabilidades.
  • Actúa con independencia y con decisión propia.
  • Sabe superar los fracasos, muestra tolerancia a la frustración.
  • Muestra amplitud de emociones y sentimientos.

Características de niños con baja autoestima:

  • Desprecia sus aptitudes.
  • Tiene miedo a relacionarse, siente que no será aceptado.
  • Sin iniciativas, necesita la guía de los otros.
  • Tiene miedo a los nuevos retos.
  • Tiene miedo a asumir responsabilidades.
  • Es dependiente de aquellas personas que considera superiores, se deja influir.
  • Tiene poca tolerancia a la frustración, se pone a la defensiva fácilmente.
  • Muestra estrechez de emociones y sentimientos.

Los padres, docentes y aduktos a cargo podemos ayudar al niño inseguro a recuperar esa seguridad perdida que tanto necesita. Debemos potenciar su autoestima pero también la aceptación de la frustración para que entienda los fracasos como nuevas oportunidades que debe aprovechar. Una autoestima sana implica una valoración objetiva y realista de nosotros mismos, aceptándonos tal como somos y desarrollando sentimientos positivos hacia nosotros mismos.

La autoestima positiva no consiste en verse como un/a niño/a maravilloso/a, dotado de las más preciadas cualidades, a la que todo le va bien y a la que el éxito acompaña permanentemente. Lo verdaderamente importante es tener una percepción y valoración objetivas y positivas de uno mismo y aceptarse como es y con todo lo que es, con sus aspectos positivos y negativos, con sus aciertos y sus errores y con sus logros y sus limitaciones…

  1. Elogiar e incentivar antes de criticar o recriminar. Un niño inseguro necesita establecer raíces sólidas para lograr una autoestima positiva. Pare ello requiere el incentivo de padres, abuelos, maestros… Si continuamente está expuesto a ofensas o críticas se inhibirá, es necesaria una convivencia sana desde los primeros años.
  2. Darles responsabilidades antes que sobreprotegerlos. Es fundamental que un niño aprenda a pensar y a actuar por sí mismo. Cada edad está relacionada con actividades u tareas que puede cumplir, estimulemos su realización.
  3. Aprender a reírse de sí mismo desmitificando el miedo al ridículo. Cuidado con esa conexión que establecen algunos niños entre el ridículo y la crítica y perder el cariño de sus padres. Este miedo genera autovigilancia extrema… Es importante relajar las situaciones tensas con sentido del humor.
  4. Potenciar la autoconfianza frente a la sensación de fracaso. Los errores deben convertirse en oportunidades para aprender. Cuidado con el estilo educativo autoritario.

El niño inseguro puede aprender a creer en él mismo cambiando su discurso interno. Es necesario modificar “yo no lo sé hacer” por “sé que lo puedo hacer”, “voy a intentarlo”, “la próxima vez me irá mejor…” Cuidado con la sobreprotección … Sobreproteger, el querer ”hacer la vida más fácil”, puede desembocar en que el niño muestre un comportamiento dependiente, introvertido, sin fuerza de voluntad, con alto grado de tiranía, donde busca la  obtención de ayuda inmediata que le conduce a exigir en cada momento la satisfacción de sus demandas, renunciar a las propias responsabilidades, necesitar la continua  ayuda y aprobación para actuar, “no realizar esfuerzos”. Los niños no son autónomos porque determinadas cosas se las hacen sus padres, “les sale mejor” (desconfianza) y “tardan menos tiempo” (impaciencia). El resultado futuro, una personalidad débil e insegura, el desarrollo de ansiedad o de angustia de separación, y el miedo “a crecer”.

Los niños aprenden a ser autónomos a través de las pequeñas actividades diarias que desarrollarán en casa, en la guardería o en el colegio y desean crecer, quieren demostrar que son mayores en todo momento; nuestra misión como padres se basa en potenciar  tareas que ayuden a los niños a demostrar sus habilidades: colocar los cubiertos en la mesa, ordenar su cuarto o comer sin ayuda,  son acciones que ayudarán a los niños a situarse en el espacio en que viven y a sentirse útiles y partícipes dentro de su propia la familia.

Todos los niños pueden ser educados en la autonomía, pero no todos los niños son iguales, cada uno desarrolla las capacidades de una forma distinta. Podemos pedir que todos “hagan lo mismo” pero sin esperar “los mismos resultados”; conocer la evolución de nuestros hijos y prestar ayudar proporcionalmente a su nivel madurativo nos orientará a la hora de evitar solucionarlos la tarea cuando ellos sean capaces de realizarla solos. Cuando escuchemos: “Quiero hacerlo solo… ¡qué ya soy mayor!, respetaremos su decisión y recordaremos que una mayor autonomía implica una mejora notable de la  autoestima.