Cómo tratar la rivalidad y competencia entre hermanos es uno de los temas más analizados en los sistemas familiares, además de la pareja y la familia en general. Si bien es un tema observado y desarrollado en psicoterapia, en general poco se ha escrito al respecto y tampoco se ha investigado lo suficiente en términos de literatura científica.
La rivalidad entre hermanos puede ser definida como un conjunto de emociones, pensamientos y comportamientos hostiles que experimentan algunos niños frente a alguno de sus hermanos y que emerge sobre una base dolorosa y angustiante.
La presencia de rivalidad fraternal implica siempre una forma particular de sufrimiento que puede expresarse de múltiples modos. Desde agresiones y violencia, intolerancia, irritabilidad, explosividad fácil o descalificaciones de los logros del otro hasta comportamientos para atraer la preferencia de los padres.
La mayoría de los autores coincide en que hay dos sentimientos que constituyen el motor de la disputa: la envidia y los celos. Estas dinámicas, también llevan a diferentes triangulaciones con los padres que son involucrados, conformando diversas coaliciones, alianzas y diversos tipos de juegos relacionales problemáticos.
Es factible que la rivalidad y la competencia entre hermanos se produzca a través de dos emocionalidades básicas: los celos y la envidia. Mientras que en la envidia la relación es de dos personas, en los celos es un juego de tres.
Muchas de las rivalidades entre hermanos se producen por la intermediación de los padres. Algunos hijos sienten que específicamente el padre o la madre prefieren a alguno de sus hermanos. Hay progenitores que muestran predilección por alguno de los hijos y esto favorece la rivalidad entre hermanos, quienes inician una disputa por el “cetro”. También, estos triángulos se muestran a la inversa. Un hijo hipervalorado es dejado de lado por los padres porque “puede solo” y el foco de atención lo ocupa el hermano con dificultades.
En la relación de rivalidad por celos, los hijos compiten por la posesión de los padres y esta posesión se traduce en la atención y el tiempo destinado a expresiones de cariño y aprobación. Por ejemplo: una relación de dos es interferida por un tercero real o imaginario, en el que uno de los dos se siente relegado porque cree que el otro se halla ligado a otra persona fuera de la dupla.
El hermano celoso delimita su percepción a evaluar las expresiones afectivas de los padres. Una de las rivalidades prototípicas son los celos que siente el hijo que ha monopolizado el amor de sus progenitores, por el nacimiento de su hermano dado que, el recién llegado necesitará mayores niveles de atención (alimentación, cuidados mayores, higiene, etc.) que tiene cualquier recién nacido. Esa rivalidad por el afecto de los padres a partir del nacimiento de su hermano, puede expresarse de diferentes maneras a través de distintas formas conductuales. Muchos de estos hijos sienten culpa por estos sentimientos encontrados, en los que convive el amor por el nuevo hermano y la rabia porque “usurpó” su lugar.
De cara a un hermano exitoso, el hermano envidioso desea poseer lo que logró su “adversario” o que le sucedan las cosas que ha conseguido su hermano. Entonces, este inicia una serie de descalificaciones al envidiado en el intento de destruirlo, porque necesita socavarlo hasta reducirlo y “dejarlo de rodillas” para sentirse superior.
Pero la envidia no solo es codiciar lo que tienen los demás, sino es el deseo de que, en este caso, el hermano envidiado no tenga lo que tiene. Entendida de esta manera, es posible concluir que la envidia es la madre del resentimiento, un sentimiento que no busca que a uno le vaya mejor sino que le vaya peor. En esta rivalidad de hermanos envidiado y envidioso, el envidioso se convierte en un satélite del envidiado. La escena se complica cuando los padres intermedian e inmediatamente caen en la trampa de la triangulación
Si es temporaria, la rivalidad que existe entre hermanos y hermanas es un efecto relacional esperable. El problema se produce si este juego se prolonga y se sistematiza en el tiempo, porque se arman cuadros disfuncionales de difícil ruptura.
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