Durante los meses que transcurre el embarazo, los médicos obstetras suelen pedir dos o tres estudios clínicos. No sólo aqellos que incluyen análisis de sangre (hemogramas), colesterol, glucemia, etc., sino también análisis de orina. Esto, se hace principalmente para asegurarse de que la mujer embarazada no posea una infección en las vías urinarias durante esta etapa, ya que, si no se trata como corresponde, podrían traer consecuencias.
Existen diversos tipos de infecciones en las vías urinarias que pueden presentarse, siendo una de ellas la cistitis o infección de la vejiga. Esta es una infección en las vías urinarias que se caracteriza por presentar infección en la vejiga. Esta infección suele ser común en mujeres que tienen entre 20 y 50 años y cuando son sexualmente activas. La causa más común de la cistitis, es una infección bacteriana del tracto urinario que se extiende hasta la vejiga, sitio en el que causa la irritación de la mucosa de la vejiga y los síntomas de inflamación. En el 80% de los casos se debe al Escherichia Coli (“Colibacilo”), que está presente en nuestro tubo digestivo de forma normal y a veces, al ser eliminado por la orina, produce las molestias al orinar y las infecciones.
El riesgo de presentar una cistitis durante el embarazo es mayor que en otras etapas de la vida de la mujer. Uno de los efectos de las hormonas producidas durante el embarazo, es el aumento de las secreciones vaginales y la relajación del tono muscular de los uréteres, los tubos que comunican riñones y vejigas, haciendo que el flujo de orina sea más lento. Como consecuencia, la orina tarda más tiempo en recorrer las vías urinarias y salir, lo que puede ocasionar que las bacterias se multipliquen y provoquen una infección.
Además, hay causas fisiológicas: el aumento del tamaño del útero hace que la vejiga se comprima, favoreciendo la retención de la orina y, con ello, el desarrollo de los gérmenes. Asimismo, la presencia de glucosa en la orina, detectado en más del 70% de las futuras mamás, es otra de las causas que facilita el crecimiento de las bacterias. Todos estos fenómenos, unidos a la bajada de las defensas inmunitarias, favorecen la aparición de infecciones vaginales e infecciones de orina, la más frecuente de las cuales es la cistitis.
Se calcula que entre un 2 y un 8% de las mujeres presentan gérmenes en la orina durante su gestación, aunque los síntomas no suelen manifestarse. Es lo que se conoce con el nombre de “bacteriuria asintomática”. Pero, aunque como sucede en todo lo relacionado con el embarazo, los síntomas pueden variar en cada mujer y también varían de acuerdo a la infección.
En el caso de una cistitis, los síntomas incluyen son los siguientes:
El riesgo de sufrir esta enfermedad aumenta gradualmente a lo largo de los nueve meses. Además, la incidencia es mucho mayor en las gestantes de más edad, en las primerizas y en las mujeres que tienen embarazos sucesivos en intervalos muy cortos de tiempo. En algunos casos, las cistitis recurrentes podrían estar debidas a factores hormonales o emocionales. Siempre ha de ser el médico especialista quien determine el tratamiento adecuado para la cistitis durante el embarazo.
Es muy importante que este tipo de infección se detecte a tiempo para que no evoluciones a cistitis o pielonefritis aguda, por ello se realizan análisis de orina a las embarazadas ya en el primer trimestre. Ante la presencia de escozor o prurito intenso es necesario acudir al especialista para que determine su causa, siempre, pero especialmente durante el embarazo, pues velamos por la salud de dos y cualquier complicación podría revertir en la salud del feto.
Mediante los análisis indicados se concretará el tipo de infección y se prescribirá el tratamiento adecuado. De cualquier manera, y sin evitar que se acuda al ginecólogo ante la menor sospecha de infección, hay ciertos consejos para prevenir la cistitis leve y ayudar a superarla:
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