Suele creerse que los rasgos físicos y personalidad se transmiten de forma directa de padres a hijos. A grandes rasgos, las personas tenemos la mitad de los genes del padre y la otra mitad de la madre. De esta manera, se pueden heredar desde parecidos físicos hasta enfermedades. Los genetistas explican que cada una de las personas lleva en su información genética 2 “variantes” para una misma característica o gen: una heredada del padre y otra, de la madre. Una de esas variantes se expresa físicamente y la otra queda oculta en los genes.
Al tener un hijo, él portará también 2 variantes, la de la madre y la del padre, es decir, que para cada rasgo físico tendrá 4 formas posibles. El azar tiene ahí la última palabra. Existen algunos rasgos como el color de ojos, de pelo, de piel, la altura y el peso, entre otros, que dependen de varios genes que trabajan en conjunto y las combinaciones son aún mayores. Para sumar complejidad, además son características que también dependen del medio ambiente en el que se desarrolla el chico. Entre los factores ambientales figuran nutrición, contacto con el sol, exposición a situaciones violentas, estimulación intelectual, etc. La mayoría de los rasgos físicos no dependen de un único gen. Por eso, es difícil predecir la ocurrencia de un rasgo o de otro. La gente suele decir que si los padres tienen ojos claros los hijos sí o sí van a tener ojos claros. Lo cierto es que hay una base de realidad, pero no siempre es así. Alguien con ojos claros puede tener hijos con ojos oscuros porque no dependen exclusivamente de un gen, entonces, la combinación será específica para ese individuo.
En lo que respecta a enfermedades, en su gran mayoría, éstas no son ni puramente genéticas ni puramente ambientales. Existen excepciones.Hay enfermedades genéticas en las que hay una mutación en un gen y eso se puede transmitir a un hijo y generar una enfermedad; otras son puramente ambientales: una infección viral, por ejemplo. También se cree que hay cuestiones genéticas que modifican las ambientales. Entonces, hay personas que ante la misma infección viral tiene una mejor evolución que otra; es decir, ante un mismo medicamento hay gente que tiene mejor respuesta que otra y eso depende de lo que se llama predisposición genética.
Los estudios genéticos que se realizan en embarazadas son específicos y tienen como intención realizar diagnósticos de enfermedades genéticas definidas. Por ejemplo, si surge de un estudio que alguien porta genes que predisponen a desarrollar cáncer, se pueden tomar ciertas precauciones para no llegar a la enfermedad. También hay genes que establecen que hay más chances de ser obeso, o desarrollar cáncer de próstata, o de ser miope, o de sufrir un infarto precoz. Con esta información de predisposición genética se pueden tomar ciertas conductas preventivas. Para alguien con riesgo cardíaco, por nombrar un caso, se le recomendará evitar deportes extremos de alto impacto que pueden terminar en muertes súbitas. Para el síndrome de Down hay un estudio específico que se realiza antes del nacimiento. Se determina si tiene o no el Síndrome. Pero luego, hay gente que pregunta qué grado de síndrome tiene. No hay grados, porque no se pueden establecer los alcances en el desarrollo de una persona, ya que tendrá mucha incidencia su ambiente particular. En ese caso, las estimulaciones serán clave.
Cuando hablamos de personalidad, la capacidad intelectual, la habilidad deportiva o las preferencias por determinados gustos, la herencia tampoco tiene todas las respuestas. Se puede hablar de cierta predisposición o habilidad para desarrollar ciertos tipos de actividades, pero necesitan de una estimulación apropiada para que se potencien. La educación, el entrenamiento, las condiciones de vida, están entre el ambiente. Existen estudios científicos que intentan demostrar que los rasgos de carácter se heredan, pero aclara que también es cierto que si un chico está en la casa escuchando que el padre trata mal a todo el mundo, que es violento, es poco probable que si su hijo sea así por una cuestión genética. Existe allí una identificación con la figura paterna. Lo mismo si ocurre al contrario y sus padres son dulces y simpáticos: sería muy difícil establecer si el temperamento alegre de ese hijo no se debe a su ambiente familiar. El ambiente es todo lo que nos rodea, y tiene influencia en los genes y en la conducta de alguien; por sobre todo, las conductas o actitudes de un chico son poligénicas y además tienen que ver con el modo de ser de sus padres.
En lo que respecta al nivel intelectual de una persona, el ambiente en el que se desarrolle será clave. Respecto de la posibilidad de heredar los “genes de la inteligencia” eso no está tan claro. Existe la herencia genética pero no hay que menospreciar los factores ambientales, culturales y sociales en los que ese niño se desarrolla. No es lo mismo un chico con una capacidad intelectual genéticamente desarrollada que esté en un medio no estimulado, que un chico que esté estimulado desde pequeño; aunque parta de una capacidad intelectual menor. En este caso el ambiente sería el estímulo y juegan mucho en interacción con los genes.