¿Cómo transitan los chicos un duelo familiar?

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Cuando fallece un ser querido, los más pequeños necesitan de la presencia activa de los mayores. La muerte de una persona cercana y querida en la familia, siempre es un momento doloroso, muy triste, desesperanzador y traumático para los adultos, pero también para los chicos. Nos sentimos decepcionados, enojados, con bronca y contrariados. Sin embargo, a diferencia de los más grandes, que suelen tener una mayor maduración y experiencia para atravesar los duelos, los más chicos necesitan de la presencia activa de los mayores a la hora de transitar por esos momentos complicados. Para tratar este tema con los más chicos sería importante que los adultos pudieran realizar un trabajo interno, un recorrido personal con relación a las propias pérdidas, ya que cada persona vive una historia de pérdidas en su vida que marca una modo de pararse frente a ellas y de transmitirlas a sus hijos.

Muchos adultos, a pesar de saber que los seres humanos nos morimos, niegan totalmente la muerte como un hecho posible. La creencia fantaseosa de la inmortalidad conduce a vivir la muerte con mucho enojo, sorpresa, incredulidad. Algunos no la nombran, con el intento inmaduro de no convocarla. El modo de reaccionar frente a la muerte es muy individual y relacionado con la propia historia. Pero lo que tenemos que saber es que el duelo es un proceso normal que es necesario poner en marcha frente a una pérdida.

La reacción del chico frente a la muerte de una persona querida guarda directa y estrecha relación con el parentesco que lo haya unido a esa persona. Si la persona fallecida es un abuelo/a, le podemos explicar que el cuerpo con los años se va deteriorando y, por ejemplo, que su corazón dejó de funcionar. En caso de que sea una persona más joven, le podemos explicar algo de lo que le ocurrió. Si es que fue una enfermedad terminal o un accidente, aunque, nos cueste debemos intentar contestar sus preguntas. Si es uno de sus progenitores, será el padre vivo quien le dará la noticia.

En todos los casos, será importantísimo que el adulto esté disponible para contener a los chicos y alentarlos a que expresen sus sentimientos y pensamientos. Todo sentido que puedan elaborar acerca de lo sucedido será beneficioso en este proceso y saludable para los chicos. En esta dirección, también resulta muy importante ayudarlos a recordar los momentos que pudieron compartir con la persona en cuestión, y las características sobresalientes, las virtudes de ésta, ya que el recuerdo también resulta un camino hacia la tramitación del duelo. Hay que dar lugar a todas las manifestaciones emocionales que vayan surgiendo en los pequeños, tales como la angustia, el llanto y el enojo. Es posible además que se los vea un poco más introvertidos o agresivos durante el primer tiempo, pero justamente el ayudarlos a poner en palabras lo sucedido favorecerá este proceso, así como la progresiva desaparición de tales comportamientos.

La resiliencia es la capacidad que tienen los seres humanos (niños y adultos) para poder salir transformados positivamente ante una situación traumática que les toca afrontar. Realizar un duelo resiliente nos permite acompañar a los más pequeños en la tarea de transmutar la dolorosa pena en amor, sabiendo que podemos sentir una profunda tristeza y angustia, y que eso es parte del proceso normal que nos llevará a salir adelante, e incluso a fortalecerse.

Una clave para que los niños afronten el duelo de la mejor manera es que sus padres puedan conversar con los docentes y directivos de la escuela y así ponerlos al tanto de la situación, propiciando un marco en el que los chicos se sientan contenidos. El colegio suele acompañar al niño, se tiene en cuenta y se respeta lo que la familia les ha informado : son ellos quienes se deben encargar de verbalizar tanto lo sucedido como sus sentimientos. Si se observa que el pequeño necesita conversar en alguna oportunidad, entonces se buscará un ámbito adecuado, alejado de sus compañeros, para conversar con él. El chico necesita sentirse confiado y escuchado y es importante considerar la necesidad de cada niño ya que no todos reaccionan de la misma forma.

Si el duelo se presenta como un proceso que no fue favorecido por el entorno, donde el chico no pudo expresar sus sentimientos o no accedió a la información necesaria para elaborar la pérdida, la psicoterapia puede ser una herramienta para esclarecer y aliviar las consecuencias que producen las fantasías del niño y la falta de información, que suelen convertirse en incertidumbre, sentimientos de culpa y excesivo temor. El encuentro debe ser cálido, amable, coherente y sobre todo psicoeducativo para lograr la elaboración. Es un acompañamiento en el dolor, un espacio de consuelo y de expresión de los sentimientos que surgen a partir de la pérdida, y también de información de todo aquello que inquiete al chico.

Una de las dudas frecuentes de los adultos es si llevar a sus hijos o no al cementerio ante la muerte de un ser querido. Lo más importante es evaluar la edad, el parentesco y la madurez de cada niño. Suele ser muy positivo que puedan ir al cementerio porque les permite despedirse y también ubicar a la persona fallecida en un lugar específico que incluso puede visitar cuando lo desee. Probablemente no sea necesario hacer esta visita cuando son muy pequeño y sólo deberá evaluarse la posibilidad si un chico un poco más grande lo pide, habiendo comprendido de qué se trata la visita al cementerio. Se deben tener en cuenta la edad y las caracterpisticas del chico, así como también qué rol tendría esta visita en la elaboración del duelo de ese niño.

¿Cómo se puede potenciar la resiliencia en los más chicos?

Desde el hogar, el principal elemento para potenciar la resiliencia es el amor, la comunicación, satisfacer sus necesidades básicas, la comprensión, el humor, la paciencia, la confianza, aceptar las diferencias, poner límites claros que generen seguridad, entre otros. En el caso de un duelo, fomentar la resiliencia empieza por dejarlos expresarse, jamás silenciarlos por el dolor que nos genera a nosotros mismos. Hay que dar lugar a sus dudas y preocupaciones y ofrecer información acorde a su madurez, con honestidad, claridad y calidez.

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