google.com, pub-7666417097156588, DIRECT, f08c47fec0942fa0
Con la llegada de la maternidad, muchas mujeres dejan toda su vida de lado: el trabajo, la pareja, los amigos, las salidas y los cuidados personales son algunos de los aspectos que caen en el olvido. Cuando ya se tiene más de un hijo, es común que muchas hasta dejen de ser “mujeres”, para convertirse en robots que todo lo hacen y todo lo pueden, menos el hecho de ocuparse de ellas mismas y retomar las actividades que antes les causaban placer personal como, salir con amigas, ir a la peluquería, retomar ese curso o el hobby olvidado en medio de tantas tareas domésticas.
Si bien la maternidad trae muchas gratificaciones, cierto es que ser madre también es agotador y puede ser muy absorvente, y si la mujer no logra poner ciertos “límites” a tiempo, entonces puede provocar una especie de “aislamiento” en ellas. La mujer se convierte en madre y en esposa (en muchos casos hasta este rol también se afecta y es cuando empiezan los problemas de pareja), y deja un espacio vacío e incompleto, que es el lugar para encontrarse con ellas mismas. Las mujeres que se encierran en sus hijos suponen que lo único que las completa y las satisface en la vida son ellos, con lo cual todo lo que está por fuera de la maternidad les provoca insatisfacción. Según especialisastas, por lo general son mujeres que tienen serias dificultades con lo femenino y con su sexualidad.
De manera consciente o inconsciente, muchas recientes madres dejan todo a un lado para adentrarse, de a poco, en la cotidianidad y rutina del hogar. De pronto, el tiempo pasó y es cuanado estas mujeres empiezan a sentir que las paredes de su propia casa se les vienen encima, sienten ahogo , y su propio hogar al que consideraban su refugio, comienza a parecerse a una celda de la que quieren pero no logran escapar.
Una de las primeras cosas que pierden su intensidad cuando los chicos absorben todo el tiempo y la energía de la mujer es la relación íntima con su pareja. Los ratos a solas, de mimos y encuentros sexuales pasan a ser escasos y, si existen, se transforman en espacios en los que ellas vuelcan todo el anecdotario del día: que el nene hoy hizo esto, que la nena aprendió esto otro, que la maestra del más grande se quejó por esto, etc, etc. No todo lo que se abandona en pos de la maternidad tiene el mismo valor, pero lo más riesgoso es el vínculo de la pareja. Más allá de poder encontrarnos con que ambos padres llenan sus horas hablando de sus hijos y viven el proceso muy conmovidos, alejarse demasiado de la vida íntima y erótica genera un hueco que la presencia del niño simula hasta que uno de los dos (generalmente, el hombre) comienza a reclamar. Recuperar la pareja , o mejor dicho, el no perderla nunca, es otro de los desafíos de estas madres full life. Claro que, tal como afirman los especialistas, aquí parece estar también el quid de la cuestión, ya que se trata en su mayoría de mujeres con algún tipo de dificultad para entablar una relación con su propia feminidad y, al no saber o no poder ocupar ese rol de mujer se acomodan en el que mejor les sale: el de madres.¿Por qué esto suele pasarles más a las madres que a los padres? Según los especialistas, esto sucede porque, en primer lugar, la mujer es quien tuvo al bebé 9 meses dentro de su cuerpo y entonces, luego del parto, le cuesta separarse y poder hacer un corte. Por otro lado, el varón puede ser padre y hombre a la vez, mientras que la mujer cuando es madre no es mujer y viceversa. Encontrar el equilibrio entre la madre y la mujer sería, entonces, la salida de este laberinto. Y para eso es necesario darles a los pequeños las dosis justas de ausencias y presencias. Ni la ausencia total porque esto puede provocar ciertos daños emocionales o físicos en el niño (“como son los casos de marasmo -un tipo de desnutrición energética- u hospitalismo -cuando un niño se encuentra internado por mucho tiempo y privado de su madre-“, dice) ni la presencia pura que puede genera síntomas en los pequeños como marcadas inhibiciones sociales. Hay una distancia adecuada para todo, hasta en la relación con los hijos . A los hijos les gusta ver a sus padres realizados, sentir que los padres les permiten experimentar, que los invitan a atreverse, que los motivan a andar cuando no se animan. Nos agradecerán que los ayudemos a superar los miedos, pero también recordarán todo lo que perdieron por el miedo de sus padres. Hay que permitir que el triángulo padre-madre-hijo funcione, darle espacio al padre y evitar desplazarlo. Esto ayuda a correrse de ese lugar en el que mamá está 100% disponible para todo lo que se relacione con los chicos. Es bueno hacerse estas preguntas : ¿Te producen envidia o admiración otras mujeres, ya sea porque te gusta su apariencia, su desarrollo personal o su feminidad? ¿Perdiste la alegría, el deseo sexual, te sentís enojada o frustrada? Entonces, tal vez, sea hora de que prestes un poco de atención a tu vida. Los especialistas recomiendan hacer foco en este tipo de señales para darse cuenta de si uno está encerrándose sólo en sus hijos y es momento de darles –y darte- un poco de aire. Por suerte, nunca es tarde. Si sos una madre full life y querés recuperar tu vida, estás a tiempo. A veces es necesario pasar por la experiencia de dedicarse por entero a la casa y los hijos para que renazcan las ganas de hacer otra cosa.